orientación emocional

Fibra Óptica, Autoestima y Fuerza Interior

Leonor Andrade Castillo

Hace pocos días me instalaron Internet por fibra óptica en casa.   Me siento agradecida.  Durante el proceso se fue la luz. Estuvimos casi un día completo sin electricidad y fue necesario esperar hasta el día siguiente para retomar el proceso. 

Apenas configuraron el router me pude conectar desde el teléfono y desde la computadora.  Lo primero que hice fue actualizar todo el software de mi laptop que la tenía en pausa ya que cada vez que lo intentaba no había manera que la señal de datos de mi teléfono o de mi Wifi portátil diera para que se pudiera bajar la información.  No podía salir de mi asombro.  Se bajó todo lo que tenía pendiente desde hace por lo menos dos años, en cuestión de un rato y luego estuvo varias horas haciendo la instalación y actualización de lo que se había bajado.  Fue una experiencia conmovedora para mí.  

Pude ver mi película de estos últimos años, por lo menos cinco, sin el wifi de Aba, buscando alternativas que, por cierto, se volvían obsoletas o insuficientes más rápido de lo que deseaba.  Pude observarme buscando opciones. Me vi como una mujer que no se rinde ante las adversidades, como una persona ocurrente, asociativa, resiliente y con una fe a prueba de balas, como decía mi abuela.  Y no es que estoy siendo echona.  Nada más lejos de la realidad. 

Viendo mi película, ahora me pregunto cómo esta experiencia de la falta de recursos o ineficiencia de los servicios influye sobre nuestro valor como persona, como profesional, como familiar, como amiga.  Debo confesar que estos últimos años, a raíz de la pandemia, con un wifi portátil cada vez más lento y una conexión de datos por celular cada vez más inestable, podía parecer una locura eso de trabajar desde casa, haciendo sesiones de psicoterapia online. Todos los días le pedía a Dios que por favor intercediera para que la conexión funcionara dentro de los parámetros de lo aceptable.  Y luego empeoró el tema de la electricidad.  Le doy gracias a que una de las operadoras de celular tenía instalada una planta eléctrica en su repetidora, por lo que, aunque no tuviéramos electricidad en la zona, ellos permanecían prestando el servicio, un poco inestable, pero servicio al fin.

Aprendí todas las formas de aprovechar las conexiones que tenía. De hecho, los muchachos que vinieron a hacer la conexión por fibra óptica se quedaron impresionados de mi forma de manejar mi celular… Y es que cuando las opciones son limitadas, podemos aprender a hacer el uso óptimo de lo que tenemos, y mientras hacemos eso también vamos aprendiendo a valorarnos como personas.  

Por supuesto, esto es una elección.  Bien podría haber elegido echarme a morir y aceptar que no había ninguna manera de conectarme ni de trabajar, ni de hablar con mis amigos, ni de asistir a cursos en línea, pero no.  Elegí abrirme a las opciones y de esa forma crecer también como mujer, y en este momento, elijo valorarme por mi valentía, por mi creatividad, por mi entrega y elijo valorar mi decisión de compartir esta experiencia, que me ha permitido fortalecer la visión que tengo de mí misma, mi autoestima, mi poder personal y mi conexión con mi poder interior.

La autoestima y el poder interior están estrechamente vinculados. La autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos y de nuestras capacidades. Cuando tenemos una buena autoestima, nos sentimos más seguros y capaces de enfrentar los desafíos de la vida. 

El poder personal es nuestra habilidad y sensación de que podemos enfrentar de manera positiva y con buenos resultados, lo que se nos presenta. 

Por su parte, el poder interior es esa fuerza interna, que siempre está allí, aunque por momentos no la sintamos debido a nuestros pensamientos, emociones y sensaciones físicas (con frecuencia negativos).  Es la fuerza que nos impulsa, que nos protege, que nos muestra el camino de formas a veces inexplicables.  Es esa fuerza interna que está más allá de la mente.  Es la fuerza que sentimos en nuestro corazón.  Yo la llamo Dios, e que habita en nosotros, en nuestro corazón.  

El Maestro Mooji habla de la fuerza interior como la puerta a la libertad.  Y es que mientras más conectamos con esta fuerza dentro de nosotros, todos los ámbitos de nuestra vida se van alineando, aunque ésa, según Mooji, no es nuestra meta.  

A veces nos cuesta un tanto darnos cuenta del para qué de una situación.  Como humanos tenemos una visión limitada.  Y aquí entra la segunda parte de la historia: la certeza y desde esa certeza, elegir soltar el control, conectarnos con nuestra fuerza interior y escuchar.  Escuchar sin juicio, incluso aunque no comprendamos lo que está diciéndonos. Escuchar y soltar porque Dios, esa fuerza de la que también somos parte, sabe todo, ve todo, comprende todo, más allá del tiempo, más allá de la distancia, más allá de los obstáculos. 

Y me podrás preguntar: ¿Cómo hago eso?  

Lo primero es observarte.  Observarte como si estuvieras viendo una película a través de una ventana.  Lo segundo es no engancharte con nada de lo que veas o escuches mientras ves tu película en vivo.  Mira tu película como un testigo.  En el momento que te enganchas, entras en la vorágine de lo que tu mente está acostumbrada a hacer y te convencerá de que no puedes, que es muy difícil, etc. etc. etc.  Identifica todos los pensamientos negativos que se presenten y también los positivos con los cuales pretendes minimizar su impacto.  Déjalos pasar. Suéltalos como si fueran nubes y tú fueras el cielo.  Identifica tus creencias en relación al tema en cuestión de tu película y suéltalas, déjalas ir, tanto las negativas como las positivas. Identifica tus emociones y suéltalas.  Identifica tus sensaciones físicas y suéltalas.  Suelta tu control sobre tus sentidos.  Estarás bien.

Y ahora vamos más profundamente: Suelta tu profesión, tu oficio, tus diferentes roles… Suelta la visión que tienes de tu cuerpo.  Suelta tu nombre.  Suelta la imagen que tienes de ti.  Suelta tu historia.  Suelta tus recuerdos.  Ve quedándote vacío de todo. Ahora suelta tus expectativas de lo que va a suceder en este ejercicio, sobre lo que viene ahora. Suelta tus deseos.  Suelta tu visión de futuro.  Sigue aquí. Sin pasado, sin futuro, sin creencias, sin historia, sin juicios, sin expectativas, sin autoimagen, sin emociones.  Quédate absolutamente vacío de todo lo que pasa, de lo inestable.  

¿Hay algo que aún permanece?  Chequea si lo puedes eliminar.  Intenta eliminarlo.

¿Sigue allí?   Ahora obsérvalo. ¿Tiene alguna forma específica?  ¿La creaste tú?   ¿Le ves bordes, tiene límites o tamaño?  ¿Tiene principio y fin?   Intenta eliminarlo de nuevo. ¿Sigue allí?  Eso que sigue allí y no puedes eliminar, es tu Ser, tu Fuerza Interior, que es parte de esa fuerza infinita que siempre ha estado allí, siempre está y siempre estará. Yo la llamo Dios 

Si practicas esto con frecuencia y eres perseverante, cada vez el ruido de tu mente será menor, verás florecer tu vida con amor y prosperidad, aunque esa no haya sido tu meta inicial por la cual te conectaste con tu Ser/Fuerza Interior.  Más allá de tu autoestima, que es cambiante por naturaleza, está tu Fuerza Interior, tu Ser que es amor, libertad, entendimiento y compasión, que es parte de Dios.