la otra cara/pasión país

La verdadera denuncia se encuentra al leer entre líneas.

Inés Muñoz Aguirre

Creo que uno de los elementos más valiosos que contiene la lectura es la invitación a leer entre líneas. Los libros tienen la mágica realidad de enfrentarnos a nuestros temores, deseos, sueños, realidades y fantasías. En el momento en que nos despojamos de nuestras cargas personales frente a un tema vamos a acercarnos a lo que leemos con una perspectiva distinta, desde la que ganamos como lectores, mucho más de lo que gana el autor.

En la lectura de EL REPUESTO ( Que es el verdadero nombre de este libro al que hago referencia, pero que se le colocó La Sombra por un tema comercial y de uso del idioma en los distintos países de habla hispana, consigo tres líneas dramáticas que a mi entender es la verdadera historia qué hay en un libro al que me acerqué sin plantearme expectativas de estructura literaria, porque no voy a leer a un escritor. 

La primera línea con que me encuentro es la pérdida no superada de la madre. Un niño a quien se le fractura su mundo y no sabe cómo recomponerlo por muchas causas, porque no consigue un refugio afectivo donde depositar sus sentimientos, porque entiende en medio de su profundo drama que no se manifiestan los sentimientos frente a los demás y porque siente una culpa que no sabe tampoco cómo manejar, la de haber sostenido la última conversación con su madre de forma apresurada, porque en ese momento tiene más valor su juego de niño.  Estos elementos que cada uno es más fuerte que el otro nos coloca entonces frente a que quien escribe el libro lo hace desde un profundo dolor que persiste en su vida.

El segundo aspecto es el de la Institución. Cuando se habla de Institución se habla de la monarquía. El libro nos hace pensar en un planteamiento que puede llegar a ser una carga,  al nacer en una familia monárquica, naces con un trabajo predeterminado. El tipo, volumen y difusión del trabajo depende del puesto que ocupas en la línea sucesoria. En este caso específico el autor hace referencia a que hay una parte de ese trabajo que está supeditado al hecho de que eres una sombra o un repuesto. 

Queda claro que la forma en que ese niño dolido, fracturado emocionalmente y peleado con el mundo se acerca al concepto del repuesto no es algo que le satisfaga y trata de complementar el trabajo que le toca desempeñar con otros en los que desde lo personal cree más. Allí encuentra el reflejo de su madre. Y ese es un momento de fractura, porque sus intereses personales no son los mismos de la Institución. 

Queda claro que en la institución no hay consenso frente al tema, porque al parecer tal como lo señala el libro ocurre como en todas las instancias de poder, los que dan la cara son los que menos mandan. Ese es un tema que no debemos pasar por alto en esta lectura. El poder de decisión no lo tienen los que todos suponemos. 

Y finalmente,  el tercer aspecto por no decir que es el primero es el del poder de los medios de comunicación. Aquí no podemos obviar que a simple vista solo basta seguir cualquier noticiero o revista europea ya  sea de televisión o medio impreso para entender que el manejo de la búsqueda de la información es una actividad detrás de la cual se mueven millones de dólares, porque los lectores y la audiencia la conforman millones. Un programa de televisión puede alcanzar fácilmente una audiencia conformada por la mitad de la población de nuestro país, lo cual nos ubica frente a la magnitud del negocio. Los llamados paparazi ganan verdaderas fortunas por una fotografía exclusiva, y aquí se mezcla el punto que marca la vida de este autor, la muerte de su madre cuando es perseguida por un grupo de fotógrafos. 

Creo que la lucha encarnizada de este personaje por encima de sus frustraciones personales, por encima de las anécdotas sobre las diferencias con su hermano que no hacen más que matizar la historia, por encima incluso de la Institución misma en lo que atañe a la tradición, al compromiso, es en función de su crítica al poder de la información que penetra las paredes del palacio, que impide acuerdos de privacidad, que fabrica en función del negocio y que a su vez como tiene adentro gente que es testigo de las debilidades de unos seres humanos cualquiera en su intimidad, impide que se pueda llegar a acuerdos. 

En conclusión al leer este libro al cual me acerque con la claridad de que no iba a encontrar una obra literaria, porque no está hecha por un escritor me quedo con la sensación de que en Inglaterra el negocio de la comunicación marcha de la mano con la monarquía, que es tanto el dinero que generan los protagonistas al mundo de la información que han terminado por ser sus títeres y esto para no usar la palabra clave: todos son sus víctimas.

En cada acción nos volvemos cómplices…

Inés Muñoz Aguirre

No hay economista en el mundo que pueda justificar ni explicar, cómo es que somos capaces de devaluar el dólar cada día que pasa. En nuestro país un dólar vale cada vez menos (me refiero a la forma en que establecemos la relación con dicha moneda, porque en bolívares vale cada día más) . Hoy vale recordar que durante muchos años viajabas a Estados Unidos y el precio de la mayoría de los productos era el mismo de la última vez que lo habías adquirido. Eso hablaba de economías estables. 

En esta época en la que vivimos, en medio de una crisis global, un artículo del diario El País, nos permite ver con claridad que la situación también ha cambiado en la tierra del Tío Sam:” …Un nuevo pico desde los años ochenta, que esta vez ya roza los dos dígitos. Los datos del índice de precios al consumo (IPC), la principal herramienta para medir la inflación, arrojan un incremento del 9,1% en junio en comparación con el año anterior, el ritmo anualizado más rápido desde 1981”. Se habla de que la inflación acumulada en el norte es del 6,3%.  Atención a esa cifra.

En Venezuela, según el Observatorio Venezolano de Finanzas “ la inflación del mes de junio se ubicó en 14,5 %, la cifra más alta registrada en lo que va del año, y la inflación acumulada alcanza el 53,8 %”. Esto quiere decir que todo nos cuesta mucho más que el doble. Si comparamos entre ellos y nosotros, podemos sacar nuestras propias conclusiones. 

Como parte de este proceso somos el único país donde un trabajador del área de servicios te dice que  un billete de $100, no vale nada.  Peor aun son las historias que corren sobre cierta selectividad de los ladrones. Mientras apuntan a la víctima con un arma le gritan: abre la cartera y solo me das los billetes de cien. (Quiere decir que imaginan que todos tenemos muchos billetes de ese valor en nuestros bolsillos)

Finalmente, para no extenderme demasiado, no quiero dejar por fuera de esta reflexión el tema de la validez de los billetes.  En todos los países del mundo es una norma que todo billete es válido sin importar su estado. Lo único que lo invalida es que el serial esté incompleto, tachado o dañado.  En nuestro país, una arruga puede ser motivo suficiente para que digan que no te lo reciben: está sucio, está roto, es viejo, son algunas de las expresiones que pueden invalidar el dinero en Venezuela. Es decir, en nuestro país solo valen los billetes nuevos.

Como ejemplo voy a compartir con ustedes la imagen del billete que me fue rechazado en la Clínica Ávila, dentro del círculo en la fotografía verán el daño que lo invalidó.  En primer lugar el asombro ante el costo de un perfil 20 (lo cual me recuerda la inflación en que vivimos) pero superada esta etapa, pago con un billete de $100, enseguida escucho la voz de la señora que me atiende: “¿Tendrá otro billete de a 100?” Pregunto: ¿Por qué?, escucho su voz: “porque a este billete le falta un pedazo”. Me asombro aun más. Reviso. “A ese billete no le falta ningún pedazo, ¿me indica dónde está roto?”. Mi asombro crece cuando veo el daño que me señala: “No se lo puedo recibir porque luego a mi, no me lo acepta la administración”.

Me quedé pensando en aquellas personas que no tienen otro medio para pagar su examen. Me quedé pensando en que se aplica el dicho de que “somos más papistas que el papa”. Me quedé pensando en que no tenemos  comparación posible.

Mi conclusión tiene que ver conque en el seno de una sociedad ignorante se produce el caldo de cultivo para toda deformación. Una de esas deformaciones es la “viveza criolla’ y la otra, la apropiación de una “sabiduría” que llega a causar tristeza, por los visos surrealistas que se ponen en marcha.

Qué más surrealista que creer que los venezolanos cargan bolsillos repletos de dólares, que cuando hablamos de $100 lo equiparamos a la creencia de que en la práctica es como que si habláramos de 100 bolívares? Qué más surrealista que creer que solo deben circular billetes nuevos y que escuchemos que en las bodegas de los barrios, el dólar siempre es considerado entre tres y cinco bolívares más por encima de su cotización?

Hace ya mucho tiempo que matamos el bolívar, si acabamos con el dólar, hacia donde vamos? Mientras las economías mundiales aun en plena crisis están en un movimiento constante que apuesta a algún tipo de desarrollo, no nos asombremos frente a posibles retrocesos aun más graves que los que experimentamos en distintas áreas. Recuerden que hubo una época no muy lejana en la que se nos habló de trueques. 

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Vendrán tiempos mejores?

Durante muchos años  fuimos testigos de la destrucción de la propiedad privada, los grandes centros de enseñanza y las universidades, el cierre de un incontable numero de empresas que eran productivas y exitosas. La destrucción de todo el sistema público de salud y la eliminación de las opciones de entretenimiento (llámese teatros, parques públicos, centros comerciales y casinos). Desaparecieron los peajes que mantenían las autopistas y se puso fin a la descentralización. Desapareció la producción de alimentos y de tantos otros productos. Se entró sin duda en un período de oscuridad porque los ricos generalmente no viven en los países donde producen su riqueza y los pobres mientras no reciban educación sino dádivas, siempre serán más pobres.  

La clase media es la que sustenta el desarrollo de cualquier país. Bien es sabido que ella está conformada por los profesionales universitarios, los docentes, el gremio de la salud, los innovadores, los emprendedores, la gente más activa en la participación del desarrollo intelectual, artistas y creadores en general.

Toda esa gente que trabaja día a día y en quienes se reúnen condiciones y propósitos que en muchos casos están fundamentados en proyectos de vida, en deseos y aspiraciones y en la realización de sueños que dejan de ser particulares, para una vez realizados, contribuir de manera clara en aportes significativos para el entorno de cada uno. Los integrantes de la clase media pagan los impuestos. Son sus aportes y conocimientos los que activan la economía, la tecnología, el conocimiento. 

Uno de los grandes fracasos de las propuestas socialistas en el mundo ha sido despreciar el enorme significado de esa clase trabajadora, con el intento por diversas vías de restar importancia  a su presencia. Cuando se mezcla la política con el quehacer cotidiano todo se deforma y no fuimos menos que otras sociedades que se ven envueltas en casos similares. La desesperanza hizo mella y colocó a gran parte de esa importante sociedad en la tesitura de escuchar promesas. La paralización emocional suele trasladarse a todos los ámbitos de la vida diaria. Se cometió el pecado de creer que la solución de los problemas está en manos de otros y la prueba fue contundente nada mejoró, por el contrario todo parecía empeorar. Se colocó una soga alrededor del cuello de una población que se entregó o que salió en carrera dejando atrás todo por lo que había luchado.

Lo cierto es que hay un dicho que dice que “nadie experimenta en cabeza ajena”, el tiempo pasó y el cansancio, la incredulidad y la decepción hicieron lo suyo.  Hay quienes ven cambios y basados en ello dicen que nuestra sociedad cambió. Lo cierto es que a nivel general no hay cambio posible ni positivo mientras no se recuperen las dos bases claves de una sociedad: el sistema de salud y el sistema educativo.  Lo que si ha sucedido es la búsqueda de la Clase Media de su origen, participación, riesgo y construcción. Consciente esta parte de la sociedad de que no pueden seguir esperando cambios propiciados por otros, han empezado a recobrar su actividad desde lo particular. La suma de esas acciones está contribuyendo de forma evidente a la mejoría de ciertos sectores, al punto que la situación comienza a influir en las clases más necesitadas quienes nuevamente empiezan a trabajar y ganar mucho más que lo que les genera sentarse a esperar ayudas que no llegan. ¿Quiénes le ofrecen trabajo? Los profesionales de esa clase media tan golpeada. Entre tanto se reinauguran peajes, se abren casinos, se limpian y remozan los parques, se abren los teatros.  Está en evidencia que la rueda económica es lo que mueve la sociedad. Al restituirse garantías que son claves para la confianza se sumarán nuevas propuestas a esa reacción individual de volver a poner en marcha los sueños. Esas garantías servirían incluso para entusiasmar la inversión extranjera. Todos esperan que lleguen tiempos mejores.

Una carta menos, un mail más

Inés Muñoz Aguirre

Se acabaron las cartas. A veces se esperaba durante meses para recibir noticias de alguien que estaba lejos. Eran coleccionables. En muchos casos documentos históricos y no hay duda que también representaban un enlace entre los remitentes y los receptores. Sus lineas eran una expresión de sentimientos, información y buena educación. A pesar del tiempo y la distancia todo el que recibía una carta se tomaba el tiempo suficiente no solo para leer, si no para contestar. A veces iban acompañadas de detalles que agregaban una dósis de romanticismo, el pétalo de una rosa, o un sutil olor a perfume.  

De la recopilación de cartas de distintos personajes han salido numerosos libros que testimonian la vida, la época, las emociones, lo bueno y lo malo. Escribir para otro siempre es un puente que se tiende. Una historia que se cuenta. Un instante de vida que suspendia en una página.

El correo electrónico superó la distancia. Te permite reescribir la historia una y otra vez en una misma página. Acabó con los lapsos de espera naturales que surgían de la suma de kilómetros  y puso fin a la educación, el sentimiento y los detalles. 

Un día, José entró en su Gmail y descubrió que su bandeja estaba llena. Una alerta le advertía que debía comprar espacio. Decidió tomarse el tiempo necesario para eliminar todos los correos  y entonces se llevó la gran sorpresa. Cientos de ellos estaban sin abrir, los había pasado por alto y obviamente los remitentes nunca recibieron respuesta a sus ideas, propuestas, palabras de afecto o recuerdos. 

El volúmen de correspondencia agobia a este hombre que trabaja, tiene hobbies, amigos y por si todo eso fuera poco aparece en la lista de unos cuantos de los que enviamos correos a quienes creemos que le puede dar gusto leernos. Lo cierto es que José necesita vaciar espacio en su bandeja electrónica, ya no se trata de guardar la correspondencia en una gaveta y mucho menos en una caja nacarada. Se trata de que si no lo hace tiene que pagar para seguir acumulando.

No todos los que no contestan los correos son como José, algunos no lo hacen porque en realidad no poseen el minimo sentido de la educación. Otros piensan que son tan importantes que no tienen porque responder, otros no son capaces de entender que enviar un correo electronico es equivalente a aquellos tiempos en los que cada vez que buscabas como comunicarte con alguien estabas proponiendo el intercambio de intereses comunes. 

José decide reencontrarse con lo mejor que hay en él y comienza por tomarse el tiempo necesario para leer a cada uno de los que le habían escrito. Contesta mail por mail. Solo elimina aquello que ya ha respondido.  

A medida que abre, lee y piensa en lo que ha ganado y en lo que se ha perdido. Se da cuenta de que se ha vuelto una persona mal educada, que se ha saltado las más elementales reglas de cortesía y que la alegria de estar conectado con los demás se convirtió en un espejismo.

Con la caida de la tarde descubre sobre su espiritu la gran satisfacción de haber rescatado la sensación de respeto. En un mail puede estar depositada una experiencia de vida, una necesidad, una solicitud de acompañamiento.

Quien no contesta un mail, no solo da muestras de mala educación, si no de falta de interés por el otro. 

Ecosocialismo en el parque

Inés Muñoz Aguirre

María se tropezó ante la angustia. Detrás de ella una moto. Un par de hombres miran a su alrededor con indiferencia montados en su caballo de hierro. María, al tratar de apartarse casi tropieza con la estructura de metal que está sobre la grama. No sabe a dónde mirar, puede ser hacia lo que la hace huir porque hasta llega a pensar que la pueden asaltar o hacia lo que la detiene que es un gran cartelón. Reconoce que desde que existen los carteles que señalan el ejercicio del ecosocialismo es cuando se detecta más tráfico de carros y motos dentro del Parque del Este. 

El humo que despide el tubo de escape se eleva entre las hojas de los árboles trazando grandes círculos. Se escapa hacia el cielo. La moto desaparece a toda velocidad. La caminería se despeja a medida que ella avanza pensando en el poco respeto que hay por los lugares de la ciudad. Espacios de todos. Más atrás aparece una camioneta. María sigue su camino mientras intenta aceptar la realidad. Una cosa es lo que se proclama y otra la que se hace.

María recurre a su memoria. Tiene toda su vida caminando en el Parque del Este. Jamás vio carros circulando dentro, supone que solo se hacía si se trataba de una emergencia.  Lo único que circulaba con la frecuencia necesaria era un bello tren que permitía que niños y ancianos recorrieran todo el parque sentados cómodamente en una estructura abierta que les regalaba el contacto con el paisaje.  La casa de la Guardia Nacional era muy poco frecuentada y es obvio que secretarias, empleados, jardineros y obreros cruzaban el parque caminando. Es más, se emociona al recordar que había una guardia montada.

María ve su reloj, camina pendiente de lo que sucede a su alrededor. Ha visto circular cisternas, carros en muy mal estado que son reparados dentro del parque. Motos a granel.

La vía pertenece más a los vehículos que a las personas. Una vez más recurre a sus experiencias y recuerda sus visitas a algunos parques emblemáticos como el Central Park de Nueva York, El Retiro de Madrid o el Omar de Ciudad de Panamá., en los que el personal se traslada en bicicletas sin interrumpir la dinámica de los visitantes al parque. Las personas que visitan los parques de las grandes ciudades lo hacen en la búsqueda de respirar aire puro y de hacer ejercicio.

María se pasa la mano sobre la frente. Ha cumplido con el ritual de dar su vuelta mañanera. Ve en su reloj el tiempo empleado. Pega un salto cuando otra moto pasa aceleradamente por su lado. Se pregunta: ¿De qué se trata el ecosocialismo? Es obvio que no tiene nada que ver con el ambiente. 

El pasquín electrónico

Inés Muñoz Aguirre

María revisa asombrada el mensaje que acaba de recibir vía whatsapp. Uno de los tantos que recibe al día. La idea la deja perpleja:  “los libros serán tirados a la calle”. En una síntesis de lo que contiene lo que podría ser un pasquín electrónico. María no puede con su asombro y piensa: ¡Si es así nos hemos vuelto locos!

Deja el trabajo que está haciendo y se levanta con la intención de revisar las redes sociales. En el Twitter se comienzan a acumular algunos insultos. Regresa a revisar quien firma el mensaje que entró a su teléfono y se encuentra conque es un anónimo y además quien lo envía se regodea en ello diciendo que el anonimato es una forma de resistencia.

Vuelve a leer todo el mensaje para entender los diversos planteamientos: cuestionamiento a la realidad, cruce de responsabilidades que resquebrajan las fronteras del hacer, critica de las actividades culturales supuestamente para salvar otras, acusaciones personales, degradación de la comunidad, ataque a una institución, desvalorización de un posible proyecto. 

María regresa a buscar en redes sociales a la persona que le hizo llegar al mensaje. Por el contenido que encuentra  en ellas puede concluir que la pesquisa ha llegado a su fin. Cree saber quien ha puesto a rodar el rumor. Con un solo vistazo es suficiente. No es necesario tanto olfato porque no se trata de escribir una novela negra. 

Espera para ver como se desarrollan los acontecimientos. Quien se supone el mayor afectado se ve en la obligación de salir al paso de una información que califica de falsa. Los rumores persisten coloreados con un tinte político.

María se ve al espejo y trata de descubrir alguna señal en su mirada. Es cierto que los últimos veintidós años no han sido nada fáciles. El daño más grave se ha enquistado en la mente de muchos quienes han desviado el dolor hacia el mismo odio y resentimiento que demostraban quienes hoy se declaran vencedores.

La rumorología ha cobrado fuerza, el pasquín que se metía por debajo de la puerta mucho antes de que Venezuela contara con la luz eléctrica, ahora nos llega directo a nuestro teléfono. La imposición de nuestros criterios con la violencia que significa querer tener siempre la razón abre heridas. Urge el aporte para la construcción de una sociedad que necesita sanar no solo desde la política y lo económico, también necesita sanar desde las emociones. 

MAS ALLA DE UNA TECLA

Inés Muñoz Aguirre

Ese color blanco, casi transparente de su rostro, es sin duda, su color característico. Podría decirse que es el color de su generación. A veces da la sensación de que no corre una gota de sangre por sus venas. Es que podemos percibirlo sí queremos, como un ser casi transparente. 

Allí  no termina todo, hay otras características que comienzan a observarse en muchachos de la edad del Pocho que hay en la mayoría de las casas. ¿Cómo cuáles? Bueno, muy sencillo, sus ojos están escondidos por completo detrás de un grueso vidrio que va en franco aumento de año en año. Sí no me lo creen pueden preguntarle a un oftalmólogo, como ciertamente, la miopía aumenta con facilidad. Por otra parte, descubrimos en él unos dedos largos que parecen prolongar la posible intervención de su cuerpo en el espacio que le rodea, mejor dicho, sobre los objetos que le pertenecen. ¿La espalda? Ah, es verdad, está algo encorvada, lo que le da un aire desgarbado, que ya parece no tener vuelta atrás. Crecen como varas dobladas.

Así es Pocho. Así son la mayoría de los adolescentes de las grandes ciudades. Ellos han crecido, se han desarrollado, alimentado, soñado y descubierto una buena parte de su vida entre cuatro paredes que conforman su hábitat.  A la falta de espacio, un buen día se agregó la inseguridad y tiempo después una pandemia. El encierro les dio seguridad, relax en las obligaciones y cierta tranquilidad a los padres quienes dadas las circunstancias les encantó sentir que tenían el control de sus retoños.

En medio de tanto encierro a través de las pantallas de sus computadoras se les ha abierto una ventana al mundo. ¿Qué puede importar cualquier otra actividad? Pocho siente que no hay nada mejor que permanecer sentado hora tras hora frente a esa maravilla tecnológica que le permite estudiar, conversar con sus amigos, escuchar música, ver videos, jugar....

Entre tanto, además de pálidos, cada día se vuelven más silenciosos, más retraídos. Algunos de ellos pendientes de tener la mínima oportunidad para averiguar un poco más, sobre "eso" que llaman sexo virtual. Chatear, navegar, en fin...memorizar todo un vocabulario que forma parte de esta nueva forma de vida que nos absorbe. Mientras más nos entregamos al suave sonido del teclado, descubrimos con mayor emoción las maravillas que nos proporciona. 

Sin embargo en esa búsqueda del equilibrio que siempre debe tener el ser humano, sería importante rescatar las respiraciones exaltadas, los cachetes colorados, las risas sonoras de los adolescentes que aún viviendo entre cuatro paredes, deben escapar de vez en cuando a enamorarse de la brisa, del sol ardiéndoles en la cara, de las gotas de sudor corriéndoles por la frente, de correr aunque sea sobre el concreto de las calles, con el fin de descansar la vista, lograr un cuerpo más ágil, una vida más dinámica y que no olviden la posibilidad de comunicarse de forma directa con quienes les rodean.

JAMAS IMAGINAMOS ...

Inés Muñoz Aguirre

Jamás imaginamos que Tommy llegaría tan lejos. La vida es así. Aquel muchachito del barrio que corría descalzo todo el día y que le chorreaban los mocos hasta la comisura de los labios de forma permanente, nunca dio demostraciones de algún interés por la lucha social. Pero la gente crece y los intereses cambian. 

Jamás imaginamos que Tommy llegaría tan lejos. Sacó tranquilo su primaria en el colegio del barrio, hasta allí todos eran iguales. Después llegó la época del liceo y comenzó su participación en caminatas, protestas, quema de cauchos. Era una época en que la lucha era presencial, no a través de las redes sociales.  Para aquel entonces Tommy era un adolescente cualquiera con la cara llena de espinillas viendo de reojo cuando pasaban las muchachas.

Tommy un buen día entró a la universidad a estudiar economía. En aquel entonces existía lo que se conocía como “movilidad social” y un Estado que garantizaba la educación pública. Para ese entonces el joven inquieto ya leía a Marx, aunque no siempre entendía. Los que hicieron carrera universitaria junto con él, se graduaron y Tommy seguía allí, firme en su deseo de obtener un título. Tommy se dejó el pelo largo cuando lo consideró necesario. Tommy jamás entendió que los comunistas perdieran terreno, decía no entender al mundo y mucho menos como no había gente capaz de hacer la revolución. Sin embargo, estaba convencido que sus ideas un día triunfarían. 

Jamás imaginamos que Tommy llegaría tan lejos. Pasaron once años de asistir diariamente a la universidad (lo cual no significaba que asistiera a clase), para que Tommy comandara todo un movimiento. Era su forma de exigir un cambio y más que eso el poder. Desde ese momento a algún periodista se le ocurrió hablar de los tomistas. En este caso la verdad es que nadie se refería a Santa Tomás y sus seguidores, que es el verdadero sentido del término, Tommy jamás se planteó lo mal utilizado del término, creyó más bien que él había alcanzado la máxima popularidad.

Lo cierto es que allí estaba de la noche a la mañana en todos los titulares de los periódicos. Allí estaba de la noche a la mañana en todos los canales de televisión. Allí estaba de la noche a la mañana en todas las emisoras de radio.

La sociedad entera se acercaba a una nueva corriente, la de los tomistas.  Los seguidores de Tommy, lo aplaudían y vitoreaban.  Tommy era el mismo que nunca aprendió a pronunciar bien la “r”, el que cuando pasó alguna materia lo hizo con un diez, el mismo a quien se le desaparecieron las espinillas y le creció la barba con su carnet de estudiante en el bolsillo. Eran tantas las intervenciones públicas de Tommy que muy pocas personas dudaban de su triunfo. Su presencia era tan arrolladora  que hasta logró imponer su vocabulario: “buen día”,  “voy a aperturar”,  “voy a accesar”, “Vuela alto”,  te invito a “un compartir”, “sembrar al muerto”.

Tommy sonreía. Se sentía un hombre pleno, lleno de triunfos. Vivía a la espera de cualquier pretexto para volver a la carga. Avanzaba de un sitio a otro con la expectativa de ganar la batalla en algún momento. “Nunca es tarde”, se repetía una y otra vez, mientras muchos a su alrededor seguían aplaudiendo. 

El lugar para el pregón o la ópera de la basura.

Inés Muñoz Aguirre

El aseo…El aseooo… El aseeeo. Así se escuchan las voces de distintos pregoneros por las calles del Municipio Sucre en Caracas. El anuncio sirve para indicar que está llegando el camión del aseo urbano. En unas calles formadas por hileras de edificios debemos suponer que el llamado es a los conserjes y los dueños de las casas para que saquen las bolsas.  El aseooo… El aseeeo …Distintos tonos, matices, cadencias se cuelan por las ventanas. 

En contraste, en  este mundo digital de hoy, más de uno pide disculpas a las personas con quien está conectado vía las diversas plataformas digitales. El trabajo de cientos de personas se ve interrumpido por momentos. El tiempo se detiene. Parecemos trasladarnos a otra época. El aseooo… El aseeeo…

La fuerza conque es hecho el llamado se cuela a través del micrófono del computador. Pareciera a veces, que sale de la garganta de un distinguido tenor. Se puede imaginar el paso de un viejo carretón sobre el que se lanzan las bolsas pero segundos después el sonido del motor del desvencijado camión marea la intensión.  

El que trabaja desde su casa pide disculpas a la audiencia. Hoy mientras el mundo avanza en su forma de comunicarse y en la calidad para la prestación de los servicios, nosotros hemos vuelto a los viejos tiempos en los que se voceaba. La evidencia recorre nuestras calles. 

El aseooo… El aseeeo. ¿Cómo se le puede ocurrir a alguien que ésta es la mejor forma de prestar un servicio? Las referencias que existen son claras: “Los pregones es una costumbre que estuvo en boga en la época de la Colonia y en las primeras décadas de la República. Los pregoneros se encargaban de entonar cantos o pregones cada hora del día para la venta de diversos productos como leche, pan, dulces, tamales, biscochos, quesos, mixtura y otros”.

Es obvio que tal descripción nos ubica en que somos víctimas de ese vaiben al que nos someten las ausencias, el deterioro, o la falta de capacidad para avanzar con el tiempo y sus exigencias. Cada vez que se escucha el pregón se viaja hacia el pasado. 

Hay gestiones que no avanzan porque la formación gerencial también es una carencia. Cuando ello ocurre hay ausencia en las capacidades necesarias que conducen a la innovación de la forma correcta.  En otros tiempos se hacía un trabajo sistematico en las empresas de aseo para fijas las rutas y los horarios. Recuerdo el trabajo de información, brigadas que tocaban puerta por puerta en barrios y urbanizaciones  para entregar el folleto impreso en el que se explicaba como debía sacarse la basura y a que hora debía hacerse. Se notaba la insistencia. Se debía cumplir con un horario el cual se establecía después de un estudio en el que se tomaba en cuenta incluso la hora de menor volumen de tráfico por zona. Pero hay un viejo refrán cada vez más valioso: “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.

El aseooo… El aseeeo…El aseeeooo…Tal pregón sirve de acicate a la ignorancia. Al afianzamiento de una costumbre desordenada, sometida a la sensación de urgencia. Se proclama la mala interpretación de un servicio que debía responder al orden y la sistematización.

Me imagino a quienes gerencian tal propuesta escogiendo al personal que trabaja en la empresa.  Más allá de cualquier otra condición, debe tener una voz fuerte, que salga con libertad plena de su garganta. Debe poseer creatividad para que el pregón responda a la posibilidad de imaginarse que participa en una ópera interpretada en el mayor de los escenarios. Actores que en conjunto aspiran a una  calle convertida en el espacio en el que todo se puede. Es de suponer que esa forma de gerencia también recibe el aplauso y respaldo de sus superiores. 

Descubrir que no se avanza, sino que se retrocede es una sensación digna de ser amarrada dentro de un bolsa que también debería llevarse…El aseooo… El aseeeo…

La historia en una estampilla

Inés Muñoz Aguirre

Venezuela nos convoca con frecuencia mucho más de lo que imaginan los detractores a que veamos su cara más amable y que dibujemos a partir de este tipo de convocatoria las líneas que nos permitan trazar un bosquejo para un futuro más risueño, en el que las sombras puedan ser invadidas por esa luz que un buen diseñador es capaz de percibir aun en los rincones más inciertos. 

Las convocatorias desde lo positivo generan bosquejos en cada cosa que hacemos, acto y encuentro, que luego se suman hacia la construcción de la obra de arte que todos merecemos como sociedad pero en la que todos debemos ser partícipes. Sin duda alguna no hay obra que se construya sola, que salga de la nada y que no tenga referencias. 

La fundación Gonzalo Plaza y Diseño en Venezuela realizaron la presentación del libro   “Cuatro décadas, cuatro diseñadores” se hace referencia a 40 años de “la nueva estampilla venezolana”.  El acercamiento a este libro nos permite entender con total claridad el gran aporte que hace a una sociedad la inteligencia, la capacidad de trabajar en equipo, la formación y el conocimiento como pilares fundamentales de una gestión. 

La presentación se realizó en  Casa País, un espacio que nació de la mano de Artesano Group para promover y divulgar artesanía, artes visuales y diseño. La promoción que realizan de estas áreas estimula la necesidad de voltear la mirada hacia la identidad del país y sus manifestaciones para arraigar y difundir la cultura. 

El trabajo que hay detrás de este libro es de gran importancia, capitaneado por Diseño en Venezuela, desde donde se realiza una importante tarea capitaneada por Elina Pérez Urbaneja quien como Magister en Gestión y Políticas Culturales, comunicadora social y licenciada en artes  se ha entregado a la tarea de poner sobre el tapete la historia y el quehacer del diseño en Venezuela  y la Fundación Gonzalo Plaza que enaltece la tarea y la memoria de este hombre  ligado a la música, a la fotografía, al periodismo, a la asesoría política, y a la creación de instituciones publicas de destacada trayectoria como Ipostel, pero ligado también a la construcción de una Venezuela en la cual se perfilaba una visión de futuro, con la grandeza que merecía un país poblado de gente innovadora, inteligente y creativa.

Este libro en el que Elina Pérez Urbaneja y Carlos Eduardo Plaza nos permiten acercarnos a un mundo maravilloso como el de las estampillas nos regala la referencia y la memoria fundamental para una sociedad a través del trabajo de cuatro grandes artistas:  Gerd Leufert, Nedo Mion Ferrario, Álvaro Sotillo y Santiago Pol.

La presentación se inició con un video de Santiago Pol, nuestro diseñador, docente y artista quien está residenciado en Madrid y quien nos cuenta muy bien no solo su participación en la historia que recoge el libro, si no que brinda sus importantes opiniones desde la mirada del creador a la visión de la reconstrucción de las referencias y las consecuencias del exilio.  

Por su parte la presencia del diseñador gráfico, Maestro del diseño, Premio Gutemberg  Alvaro Sotillo conmovió al publico asistente. Sus palabras recogieron la emoción de la experiencia vivida, pero también el dolor que genera entender como la mala gestión y los egoísmos personales terminan por restarle a una sociedad las posibilidades de ser una sociedad de primera. 

Elina Pérez Urbaneja se refirió al proceso que significó sacar adelante una propuesta como la de “Cuatro décadas, cuatro diseñadores”, realizó los agradecimientos correspondientes y destacó el trabajo de un equipo que sin duda se anota un éxito con esta publicación. 

Hay un elemento clave que no quiero dejar pasar por alto en la presentación de este libro y es el del recorrido histórico que que nos recuerda también como un espacio tan pequeño como el de una estampilla puede contener en el,  todo un mundo histórico a través de una imagen,  como sucede  por mencionar alguna, con la imagen de la Real y Pontificia Universidad de Caracas, cuya fachada es atrapada en este formato para siempre.

En esta presentación participé como consecuencia del trabajo diario que se realiza a través de la red informativa más importante del país, en cuanto a la divulgación de la noticia en positivo. Pasión País es mucho más que un portal de noticias, es una red informativa, el punto donde confluye la noticia, el trabajo y toda esa gente maravillosa que tal como son cada uno de los que estuvieron en  esta presentación, no paran de trabajar generando un importante aporte al desarrollo. Encuentro como este son noticia de primera plana, como decíamos en el viejo argot periodístico y nosotros estuvimos allí para contribuir a su divulgación. 

Hacer más para pedir menos.

Inés Muñoz Aguirre

No hay duda de la existencia de dos sectores cuya crisis se ha profundizado con el tiempo, el sector salud (referida al derecho de la sociedad de ser atendido por la sanidad pública) y el sector educativo cuyos profesores apenas sobreviven. En los últimos meses de forma consecutiva hemos visto en las redes sociales, la solicitud de ayuda económica para enfrentar emergencias relacionadas con enfermedades, tratamientos y en casos más lamentables la solicitud de apoyo para gastos funerarios. 

La reacción de apoyo ante estos llamados de carácter público siempre es unánime. Los venezolanos somos solidarios al extremo, siempre lo demostramos. Esa característica nos permite ver como en poco tiempo se logran recaudar cifras inimaginables. Descubres que se llega a ellas  sumando pequeñas cantidades, ante lo cual no queda duda de que unos cuantos le quitan una tajada importante a su dieta diaria, para manifestar su apoyo a alguien que aprecian. Lo hacen sin pausa y sin remordimiento. 

Ello habla de una población carente de liderazgos que les inviten a la organización. Deja en evidencia a una sociedad que con objetivos claros, emprende rápidamente. Nos recuerda que cuando un Estado no funciona la sociedad articulada, con dirigencia civil, pautas y la búsqueda de soluciones bien trazadas sale adelante y termina por imponerse. No hacer nada porque asumimos que los responsables deben hacerlo, lo que hace es conducirnos directo al fracaso.  Se necesita de gestores y verdaderos articuladores.  Voltear la mirada  a revisarnos en nuestras actuaciones diarias es urgente. Es importante disminuir la experiencia de la urgencia, el desamparo desde todos los ámbitos. ¿Dónde están los gremios, las organizaciones, los círculos, los colegios, las asociaciones que durante años agruparon profesores, escritores, poetas, actores, por nombrar a sectores vulnerables constantemente expuestos a la mendicidad pública. Esas organizaciones han fallado en la misma medida en que lo han hecho las “otras”.  Siempre existieron para obtener tajadas de las subvenciones públicas que campearon durante mucho tiempo en Venezuela. Donaciones que a cuenta de subsidio no realizaban reporte alguno, existían además para construir “relaciones” con los entes públicos con el deseo de obtener favores.  Los gremios y organizaciones tienen que dejar de existir como plataformas que solo sirven para vivir de aquellos recuerdos y para la figuración de sus directivos, para la entrega de premios y reconocimientos entregados a dedo y para la aparición forzosa de vez en cuando de opiniones emitidas tras comunicados que nadie lee. 

Urge una reacción, un llamado a la organización, ideas que sean capaces de aglutinar esa gran solidaridad en plataformas de apoyo que funcionen.  Que cada uno de esos espacios demuestre a través de la acción de sus directivas el verdadero compromiso social. Que se establezcan compromisos a corto, mediano y largo plazo con suministros tan importantes como alimentos y medicinas. Que sean capaces de establecer convenios con algún servicio médico o clínica, que sean capaces de crear grandes fondos de solidaridad para respaldo médico y funerario.

Urge mirar hacia adentro, la dignidad se construye como se construyen tantos otros valores, con acciones y menos palabras.  Si somos capaces de responder ante la emergencia de un llamado desesperado de la forma en que lo hacemos, deberíamos ser capaces de responder para construir con previsión.  No olvidemos que el ser humano a lo largo de la historia ha demostrado la fuerza que tenemos para reconstruirnos después de una guerra, reconstruirnos  en lo personal, levantar ciudades de las cenizas, enterrar el dolor y hacer florecer jardines.  El ser humano tiene la capacidad de ver como su cuerpo se regenera después de una herida, lo mismo ocurre con su mente, a partir de sus emociones se reconstruye psicológicamente. Debemos reaccionar y empezar nuestra reconstrucción social, no nos podemos quedar observando al que nada hace. Hay un viejo dicho que expresa que “la caridad comienza por casa”, ojalá todas esas organizaciones que sabemos que existen, reaccionen y asuman un cambio. 

Cabaret eclipsada

Inés Muñoz Aguirre

Salió después de un mal momento. La violencia le robó el protagonismo, como ocurre siempre con los actos reprochables del ser humano, que se imponen sobre todo lo demás. Ella, la gran Liza Minnelli estaba allí, en un rincón, sobre una silla de ruedas en el escenario de Los Oscar. Ya no es la cara de su padre que siempre fue, ahora es toda Judy Garland, la de los últimos tiempos. Garland, una leyenda de Hollywood, de esas que se llegaron a ganar todos los premios de la industria y quien a pesar de haber muerto de solo 47 años, su rostro empezaba a mostrar los estragos de una vida desordenada. Envejecida para el tiempo vivido.  La presencia de la Minnelli fue contundente, todos los ídolos tienen pies de barro. Desde lo más alto de la cúspide puedes rodar cuesta abajo, te puedes reponer y aletear como el Ave Fénix, pero el deterioro del cuerpo puede ser un doloroso largometraje. 

La cantante, la gran actriz, la de los ojos negros más grandes, la de las piernas firmes que dieron vida a la bailarina Sally Bowles, para contarnos su historia de amor, tartamudeó para leer los nominados a mejor película, parecía luchar con su voz. Se le resbaló el sobre que le sostuvo Lady Gaga. Parecía no controlar el movimiento de sus manos, mientras sus piernas de ahora muñeca de trapo colgaban al frente.

Una imagen muy fuerte para quienes admiramos y admiran a la protagonista de Cabaret, dirigida por Bob Fosse.  Esa actriz que luchando con la fantasía que generaba en los demás el que ella estaba allí por ser hija de dos grandes de Hollywood, se quebró ante el aplauso de todos cuando se llevó el Oscar a la mejor actriz. Demostraba que el dicho más valedero es el de que “Hijo de gato caza ratón”.

Después de la violencia de la noche son pocos los que se han referido a la participación de esta leyenda del cine para entregar el premio a la mejor película. Ella no estaba allí porque Lady Gaga la ayudaba, ni porque Stefani Joanne Angelina Germanotta sea generosa. Minnelli estaba allí, porque Cabaret, está cumpliendo 50 años de su realización, del gran éxito que trascendió las pantallas e hizo temblar los escenarios.  50 Años de que el recordado filme fuera nominado a diez estatuillas y se llevara ocho. 

Lo que si es cierto es que ese fue el verdadero momento cumbre de la noche. La representación de dos generaciones. El momento de las confluencias que diseña la vida, no olvidemos que Lady Gaga interpretó el papel que por primera vez realizó la mítica Judy Garland en la película Nace una estrella.  En alguna declaración respecto a la nueva version cinematografica la Minnelli dijo que su madre se hubiera reido de la nueva versión, pero que la hubiera aceptado, así como que también reconocería la interpretación realizada por Lady Gaga. 

Para los entendidos del espectáculo, no es casual la reunión de las dos estrellas  que lastimosamente para la industria cinematografica  fueron eclipsadas en lo que como dije antes deberia ser el fotograma más apreciado. Era el momento cumbre, el encuentro de tres generaciones, el cierre, el broche de oro. 

La Minnelli se asomó casi como un recuerdo, lo cual es lamentable considerando que a su edad hay muchas actrices dando lo mejor de sí, ella la única capaz de poseer los måximos premios: Oscar, Emmy, el Grammy y el Tony, el “no va más” de cada una de los sectores propios del mundo del entretenimiento: cine, televisión, música y teatro. Ahora ella interpreta su propio papel, pero siempre será recordada por el rol en la película que se intentó homenajear esa noche: Cabaret, considerada entre los diez mejores musicales de la historia del cine. Ojalá los que crean titulares rescaten la intensión de dicha celebración.

¿Está preparado para la pandemia del futuro?

Inés Muñoz Aguirre.

Sin ánimos de generalizar preocupa la posición negativa con la que una gran cantidad de personas enfrenta la vida diaria. El fracaso, la desesperanza, y la falta de objetivo se manifiestan con frecuencia en la forma de expresarse lo que termina por traducirse en una parálisis de la cual le cuesta mucho salir. Son esas situaciones que uno califica como un círculo vicioso. 

Pero como ocurre con toda moneda, la misma tiene dos caras.  También es común encontrar aquellas personas, que siempre parece que vieran el vaso medio lleno, en lugar de verlo vacío. Esas son las personas que suelen estar activas y logran reponerse para vencer las dificultades.

Sin embargo estos tiempos que corren en los que hemos vivido la pandemia provocada por el Covid 19 y la guerra en pleno desarrollo de la que ahora somos testigos, han puesto a la mayoría de los seres humanos al borde de la ansiedad, independientemente del país en que se encuentren. Así nos lo explica el doctor Luis José Uzcátegui, (Psiquiatra, experto en modelos emocionales. Profesor de Postgrado de Inteligencia Emocional), quien asistió a la peña La Ceiba para hablarnos de un mal que se hace compañero permanente de esta  civilización sometida además a las fuerzas e influencias del poder ejercido por unos pocos.

Como bien lo explica este psiquiatra e investigador, el 31% de la población mundial según las cifras de la Organización Mundial de la Salud sufre o ha sufrido de ansiedad. Esto significa que en algún momento de nuestras vidas tres de cada cien personas van a vivir un episodio de ansiedad.   Según el doctor Uzcátegui esta será la gran pandemia del futuro lo cual plantea la necesidad de trabajar en función de reducir su amenaza, pero también en función de entender sus causas, porque es la única forma de encontrar o proponer soluciones adecuadas, a partir del conocimiento.

Como trabajadora de la comunicación reconozco como apasionante la visión que nos presentó el doctor Uzcátegui al hablarnos de la gran influencia de las redes sociales, del manejo de la información, la creación de los Fake News,  toda una forma de vida que se conoce como Infodemia, la cual nuestro expositor califica como una bomba atómica, generadora de una importante ansiedad. La infodemia es el exceso de información a la cual estamos sometidos y la que va en constante crecimiento. La ansiedad surge ante un mundo que no podemos dominar, en el que nos vemos obligados a seleccionar y en la que como que si fuera poco no sabemos, en muchos casos, cuando se trata de una verdad o de una mentira. No son fáciles los tiempos que corren, en los que el tener un teléfono en la mano en el cual se concentra una buena parte de la actividad diaria pareciera ser normal, pero situación que fuera de control puede llegar a ser adictiva.

En conclusión el doctor Uzcátegui señala que vivimos en medio de situaciones que nos indican que la gran pandemia del futuro será la ansiedad. ¿Qué hacer ante esta afirmación? Trabajar desde ahora. Hay que reconocer que la ansiedad nos vuelve torpes, inseguros, irascibles. Asumir que la ansiedad viene propiciada por el miedo que nos genera aquello que no podemos dominar. Conocer los recursos que tenemos y como podemos disponer de ellos. Administrar nuestra relación con el mundo de la información tratando de evitar la fatiga virtual. Entender de qué se trata la gerencia emocional y trabajar para alcanzarla. Sin embargo, debemos concluir que la ansiedad es una respuesta normal frente a todo lo que sucede a nuestro alrededor, el problema es cuando esta se mantiene y se vuelve parte de nuestra vida diaria al extremo que nos ubica en una sola forma de ver lo que sucede a nuestro alrededor.  No abandone la posibilidad de indagar y reconocer sus propias emociones y la de los demás, con seguridad usted posee una serie de habilidades para ello que ha ido adquiriendo a lo largo de su vida. 

Trescientos años después.

Inés Muñoz Aguirre

Corría el año 1721 y al llegar el mes de diciembre, para ser más precisos el día 22, el Rey Felipe V crea la Universidad Real de Caracas. A ella se asistía para estudiar en Latín  cuatro carreras fundamentales en el desarrollo social: teología, medicina, filosofía y derecho. La capilla del Colegio Seminario Santa Rosa serviría de recinto a aquella gestión del conocimiento. Después se asentaría en el convento de San Francisco. Mientras se iniciaba la historia que entretejía los saberes y sus expectativas el mar servía de camino al complemento. Los barcos de la Compañía Guipuzcoana traían en sus entrañas las obras de Rousseau, Voltaire, Diderot, Montesquieu, Locke, Helvétius y Grocio.  La vanguardia de las ideas se alimentarían de sus páginas y ante ellas ¿cómo detener a Simón Rodríguez, Juan Germán Roscio, Francisco de Miranda, Simón Bolívar y Andrés Bello? Cuando las ideas son firmes y tienen raíces ciertas, las que se sustentan en un conocimiento que casi raya en la sabiduría, toman cuerpo. Después les crecen alas y vuelan, impregnando todo con la relación que se establece entre un horizonte sin límites para una sociedad que se sueña a sí misma: libre, sabia, capaz, independiente. 

El conocimiento tejiendo todo, hizo camino.  Pasados los primeros cien años el Rector José Cecilio Ávila propone al Claustro la elección de un nuevo rector. Se erigiría entonces, el hombre reformador: el doctor José María Vargas, el que se empeñó en el desarrollo económico, la autonomía ideológica y la libertad de Cátedra.

Desde entonces han sido muchos los bendavales que ha tenido que atravesar la Universidad Central de Venezuela, lo que comenzó con los conflictos generados por la Guerra Federal. Después Guzman Blanco puso en venta las tres haciendas que había donado Bolívar para que la universidad fuera autonóma. (Chuao, Cata y La Concepción) y comenzó el periplo de dependencia económica del Estado. Entre tantas tormentas enfrentaría el cierre decretado por el dictador Juan Vicente Gómez pero gracias a la gestión de modernización de Felipe Guevara Rojas, sería reabierta el 4 de julio de 1922.

A partir de allí es claro que el llamado del conocimiento triunfaba sobre cualquier otra propuesta, los alumnos se multiplicaban, los espacios se hacían pequeños, las voces se alzaban cuando estaban en desacuerdo, la “Generación del 28” se convierte en emblema, y la Hacienda Ibarra daría cobijo a las ideas de un gran y joven arquitecto como Carlos Raúl Villanueva para dar paso a un gran complejo urbano de alrededor de 200 hectáreas con 40 edificios incluídos.

¿Cómo resumir trescientos años de historia? Solo recordando que desde sus inicios la UCV significó que unos hombres visionarios participaron en la construcción de un sueño. Una propuesta que se volvió insistencia con el paso del tiempo: la marcha triunfal del conocimiento sobre cualquier obstáculo y condición.  Trescientos años es mucho tiempo, impresiona la sola idea de tratar de recorrerlos de alguna manera. El hilo conductor que los sostiene es la búsqueda de la excelencia profesional, porque ella es la que conduce al respeto, a la libertad y a la capacidad de dirimir las diferencias culturales,  políticas y sociales en los términos que solo la educación permite hacerlo. El triunfo de esa idea llegó a reflejarse en más de sesenta mil estudiantes, seis mil profesores y cerca de ocho mil empleados administrativos y de servicios.

El tiempo se ha encargado de demostrar que la ignorancia es un arma de destrucción, lo cual revalida la esencia de la Universidad como la clave para la construcción de futuro. El conocimiento por el contrario construye, vence las sombras, genera claridad y un canto de esperanza. 

Hoy con un acto sobrio presidido por sus autoridades, la Rectora Cecilia García Arocha (La primera mujer en ocupar ese cargo)  el Vicerrector Académico: Nicolás Bianco y el Vicerrector Administrativo: Amalio Belmonte, se realizó la celebración de esos trescientos años. La Universidad Central de Venezuela observa desde sus históricos muros, como la gran Madre. Esa que hoy tiene hijos regados por todo el mundo que dejan en alto su nombre y el nombre de nuestro país. La madre que espera con los brazos abiertos, la que resiste, la que llora en silencio, pero que se sabe dadora de vida. Esa que hoy fue aplaudida por los presentes quienes de pie corearon el consabido “U, U, U, UCV”. En muchos casos y más en el recorrido de trescientos años las historias se repiten pero serán de nuevo  los campesinos, los marineros, los milicianos quienes vuelvan a reconocer las maravillosas boinas azules del conocimiento y la madre sonreirá satisfecha. 


Teatro Pineal: Crear sin barreras.

Inés Muñoz Aguirre

La pandemia trajo con ella una serie de aprendizajes. La necesidad de reaccionar del ser humano y de avanzar genera siempre sorpresas,  pero son las respuestas a los momentos críticos las que nos permiten evolucionar. Presentación de libros, cine, exposiciones, teatro, música, se quedaban con las butacas vacías, era imposible y aun lo es en muchos casos, abrir las puertas de un espacio para permitir el aglomeramiento del público indispensable. 

La actriz, periodista, directora y productora Verónica Cortez entendió la necesidad de no detenerse y con ello de reinventarse.  Creó una propuesta teatral y junto a la también actriz Gladys Prince dieron inicio a través de You Tube a una nueva forma de abordar el teatro llamada Teatro Pineal.

Este canal dedicado a experimentar desde la definición de un lenguaje que entreteje lo escénico con lo audiovisual nos permite acercarnos a la reinterpretación de grandes monólogos de la dramaturgia universal con la participación de reconocidos actores de las artes escénicas:  La Nena Duque interpreta La Poncia de Federico García Lorca. José Ferrer es Edipo Rey de Sófocles, Lukas Mahecha interpreta a Macbeth de William Shakespeare, Danaé Daneybis interpreta a la Julieta de William Shakespeare, Alexander Rivera a Segismundo de Calderón, Milla Sánchez es Salomé de Oscar Wilde, Juan Carlos Lira representa el Heródes de Oscar Wilde y Gladys Prince a Doña Rosita la soltera de Federico García Lorca. 

El primer acierto de esta propuesta fue la decisión de trabajar con monólogos, sin duda un guiño al momento que daba origen a la necesidad de buscar el espectador, tocarle la puerta de su casa, meterse en la intimidad que representaba el hecho de encontrarlo atrapado en un mismo espacio las veinticuatro horas del día. Por otra parte era evidente la imposibilidad de los actores de trabajar con otros, de acercarse buscando la réplica en un diálogo, de compartir la escena y tales condiciones consiguen un asidero en unos textos que aun formando parte de la estructura clásica del teatro, se han distinguido por ser textos que sustentan el trasfondo de las obras a las que pertenecen. Podrían sin duda alguna haber sido otros textos, pero la grandeza de estos contribuyó sin duda a la fuerza interpretativa que se requería para traspasar las pantallas de unas computadoras convertidas en la única ventana que ha permitido a la gente romper fronteras tanto en la realidad como en la ficción en que se convirtió la vida diaria. 

A este planteamiento habría que añadir la importancia de los autores seleccionados, cuyos textos trascienden el tiempo de tal manera que resisten impecables la reinterpretación que se hace de ellos, trasladados a la actualidad, a espacios que podríamos no haber supuesto asociados a unas historias que en su origen nos cuentan situaciones, emociones y tramas coligadas a espacios muy distintos a los que ahora les han dado acogida.

Ha sido otro acierto de Teatro Pineal el llamar esta primera temporada de trabajo “Monólogos en casa”, porque el nombre nos remite mucho más allá de lo que representa un lugar, nos habla del modo de trabajar desde ese lugar que nos ha servido a todos durante estos críticos tiempos de pandemia, de como reinventar el uso del teléfono celular hasta valorizarlo como una cámara, hacer una dirección de arte con los recursos conque se contaba en cada momento y en cada lugar, exprimir el cuerpo, el espacio, la soledad, para transformarlo todo en arte.

Hay que aplaudir a Verónica Cortez y su equipo, porque ese es otro de los méritos de esta propuesta, el haber  logrado conformar un conjunto en el que están en la cámara: Paola Herrera, en dirección de arte y fotografía: Marco Alfonzo Guevara, en edición: Rolando Nuñez, en dirección de fotografía, postproduccion y redes: Felix Herrera,  y en la producción: Gladys Prince, para juntos abrir un camino. Han logrado que confluya lo mejor del teatro, lo mejor de la actuación, la capacidad de uso de los mínimos recursos tecnológicos, la expresión audiovisual que contiene en la televisión y el cine las posibilidades  para abrir un nuevo espacio de interpretación.

Teatro Pineal se perfila como un canal en el que podremos disfrutar de la posibilidad de sujetar lo efímero que es en general el teatro, para convertirlo en un gran documento para el futuro. Abrir las puertas a los distintos géneros teatrales, a la dramaturgia contemporánea y a borrar fronteras de tiempo y espacio es el gran reto que tienen por delante. 


Presentación de la novela El nuevo hombre del país porvenir

Inés Muñoz Aguirre

Escribir no es una tarea fácil, no se trata de tener el “don” o la posibilidad de ordenar ideas, se trata de algo mucho más profundo que mueve la fibra del escritor, quien a partir del momento en que una idea se instala en su cerebro y en sus emociones pasa a ser una especie de esclavo que debe obedecer a múltiples exigencias, incluidas preparación, estudio, disciplina y conocimiento , para avanzar con la seguridad de que lo que escribe, tiene sustancia, cuerpo y alma, porque cada historia terminada vive en sí misma.

Generalmente los escritores somos atrapados por los recuerdos, por ideas que surgen del encuentro con nuestro imaginario, en menor cantidad somos atrapados por el futuro y cuando ello sucede el enfoque que se le da al trabajo de estos autores se encasilla bajo la denominación de ciencia ficción.  ¿Por qué bajo este termino? Porque se define y cito textualmente:  “como un género especulativo que relata acontecimientos posibles desarrollados en un marco imaginario, cuya verosimilitud se fundamenta narrativamente en los campos de las ciencias físicas, naturales y sociales”. Y hago mención a esta definición Pensando que en su momento cuando un autor como Julio Verne escribió que llegariamos a la luna nadie le dio valor a lo que escribía, podría mencionar bajo esta premisa a  Edward Bellamy quien en su obra “Looking Backwards” escrita en 1888 habla del uso de las tarjetas de crédito, o H Well que en su obra escrita en 1904 "Los acorazados terrestres" habla de los tanques de guerra que se usarían en 1914, pero este autor persistente en la temática de su obra habló de las bombas atómicas,  del uso de mensajes de voz  y podría citar una larga lista de autores que se adelantaron a muchos acontecimientos que años después de sus publicaciones, nos ha tocado vivir como George Orwell, Aldox Huxlei,  Ray Bradbury, entre otros. 

¿Por qué la literatura nos permite vivir estas experiencias? ¿Por qué nos ofrece la posibilidad como lectores de que llegue a nuestras manos un texto que funciona como una alerta? ¿Y por qué a veces no somos capaces de asimilar dichas alertas? El autor tiende a percibir en lo que lo rodea señales que otros no perciben, no porque seamos diferentes, sino porque somos como esponjas que nutrimos nuestro espíritu de todo cuanto ocurre a nuestro alrededor  e ideas más, o ideas menos, hay las que se quedan rondando, ponen nuestro cerebro a trabajar y disparan la capacidad de contar el cuento. Muchas más cuando de alguna manera formas parte de la historia. 

El cuento que contamos adquiere mayor profundidad y perfiles variados que se fundamentan en nuestros intereses personales, en  el conocimiento, en la información que manejamos, en la capacidad de estudio y de investigación. En el tipo de compromiso que tengamos con la vida.

Es así bajo esta premisa que podemos entender la existencia de una novela como la que presentamos hoy titulada “El nuevo hombre del país por venir” , porque allí están reunidas las claves que conforman un compromiso de vida, el conocimiento y la formación profesional de un autor como José Antonio Perrella.

El nos cuenta su cuento conduciéndonos en primera instancia a vivir lo que el percibe de su entorno, de esa sociedad que no deja de sorprendernos cada vez que somos capaces de observar todos sus matices. Es capaz de dar continuidad a una idea y fomenta en sus lectores las posibilidades de mirar el futuro, y comenzar a vivirlo a través de la experiencia de sus personajes.

De allí que yo no vea esta segunda novela sin la previa existencia de la primera: “El país por venir”, porque ella nos ubica en el momento en el que los ciudadanos comenzamos a vernos  con resquemor de una acera a la otra, adoptamos  una neo lengua, nos acercamos a un imaginario que nos vendió un cuenta cuentos oral. Esta primera novela se construye sobre la base de una sociedad disminuida emocional y síquicamente, una sociedad donde la desesperanza se instaló, sacando a flote nuestras mayores debilidades, entre ellas la incapacidad para asumir nuestras propias responsabilidades.  Cuando enumeramos tales circunstancias entendemos que cuando el poder deslumbra a quienes lo ejercen, entre las primeras acciones que pondrán en marcha es la de estimular la ignorancia en un pueblo que termina por depositar toda responsabilidad en sus gobernantes, reconociéndolo como un pater family, frente al cual se somete a esperar la dádiva.   

Todos estos procesos tenemos que entenderlos para salir de ellos. Por eso, ya lo dije una vez  al hablar de la novela  “Ellos vivieron el país porvenir”, José Antonio comienza su historia en el 2030, el autor nos habla de que para salir del Socialismo del Siglo XXI, atravesamos un periodo de transición y cuatro gobiernos de consolidación. José Antonio no escribe de la tierra prometida, pero a través de su lectura descubres la invitación a que la salida de la situación en que nos encontramos  será algo real en la medida en que aceptemos que  no hay vuelta atrás, que cualquier propuesta, idea o reflexión tiene que partir de la base de la construcción con el futuro por delante. “Ellos vivieron el país porvenir “nos habla también de que todo pasa, No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista, pero no podemos  quedarnos con la primera parte del dicho que es la interpretación más cómoda del mismo, hay que asumir la segunda parte, para que un cuerpo resista a un mal hay que trabajar por su sanación. 

Cuando leí esa primera novela de Perrella, me plantee que no quería acercarme a ella como una utopía y asumí el llamado a abrir los sentidos, reconocernos, documentarnos y despertar el tesoro del conocimiento y su ejercicio a través de la ciudadanía. Si estas ideas lograban asentarse en un lector cualquiera, es de imaginar el movimiento interno y permanente en su autor. Por ello no me sorprende la aparición de “El nuevo hombre del país por venir”, convirtiendo aun más interesante su aparición cuando, entiendes que no necesariamente se tiene que leer un libro para entender el otro, porque una de las virtudes en que son tan independientes como los personajes que las protagonizan.

La historia se inicia con tres capítulos cortos que son fáciles y rápidos de leer. El juego de alternar la vida de Joaquin, Willyahj José y Jazmín le da agilidad y contribuye a construir la expectativa de quienes entrando en plena adolescencia, ya que están cumpliendo años cuando se inicia la historia, nos llevan a tres mundos paralelos pero diversos, eso sí a partir de allí el lector tiene que estar muy atento ante la profusión de personajes que se pasean por esta historia .

Por supuesto como el tiempo pasa, los tres adolescentes crecen y les tocará vivir la Venezuela revolucionaria, la de los negocios, fiestas, encuentros y desencuentros que marcan la vida de cada uno de ellos.  El viaje que cada uno realiza a lo largo de la historia no es un viaje de sorpresas,  porque de una u otra manera lo que hacen,  como participan y lo que los rodea, han marcado los últimos años de la historia del país. Esa es una gran diferencia con los autores mencionados de la ciencia ficción, que imaginaban, no vivían lo que contaban.  Lo importante es que no hay duda de que en el momento preciso Perrella nos obligará  a asumir  que todo en la vida tiene un fin, que existen las posibilidades de re-encuentro y reconocimiento hacia un país mucho más claro en su forma de accionar.

Esta novela  nos ubica en la pots revolución y a través de los tres personajes que podríamos considerar los hilos que nos conducen hacia una visión en positivo, también recorreremos el trayecto hacia un país que resurge de las cenizas y en el que se empieza a experimentar el cambio con la desaparición del supuesto “hombre nuevo”, aquel que nos quisieron imponer. 

Aquí vale la pena recordar las dos acepciones más proclamadas de este término, la primera acuñada por el Che Guevara, quien habla de una profunda y radical transformación de los hombres, de su conciencia, costumbres, valores y hábitos, de sus relaciones sociales. Indica que una Revolución sólo es auténtica cuando es capaz de crear un "Hombre Nuevo" y este, para Guevara vendrá a ser el hombre en el siglo XXI.  Un completo revolucionario implementa todo su tiempo en una lucha por el bienestar social, un revolucionario debe sentir la misma -revolución- como tal, para trabajar con esmero. Debe definir de manera precisa los sentimientos, impulsado por grandes cantidades de amor aunado a un gran espíritu apasionado; para así realizar un caudal de acciones y hechos concretos orientados hacia un solo objetivo, lograr mejoras en el ambiente social. Además tener una mente fría, seguir las líneas marxistas y un entusiasmo combativo. 

Y también nos encontramos con la definición del  Hombre nuevo, en el cristianismo, que se refiere a cuando el creyente, al bautizarse, se despojaba del "hombre viejo" y emergía de las aguas revestido en otro "hombre" que viviría en forma nueva y alcanzaría el cielo.

Lo cierto es que José Antonio Perrella da la vuelta a estos conceptos y nos plantea su “nuevo hombre”

Asumir responsabilidades, respeto, integridad, recuperación de valores, participación, que yo resumiría en el verdadero ejercicio de la ciudadanía que significa conocer nuestros deberes y derechos y ejercerlos por igual. 

Al comienzo de esta charla recordé a autores a quienes en su momento no se les creyó lo que escribían, que la imaginación fuera capaz de concretar imágenes que le permitieran tener referencias de lo que podía significar dar la vuelta al mundo, por ejemplo, era casi un imposible. Precisamente porque creo que eso tiene que ver con mi concepción de que la musa no existe y que dependemos de nuestros archivos de referencias, en algún espacio recóndito de la imaginación de cada uno de ellos y sin que podamos decir con certeza por qué  existían unas referencias para escribir lo que escribieron,  para Perrella como autor y para nosotros como lectores recurrir a nuestro imaginario para entender ese “nuevo hombre” y ese país que queremos, se nos hace posible porque todos hemos vivido el mismo país de Joaquin,  Willyahj José y Jazmín. Todos hemos visto desaparecer instituciones, quebrar empresas, expropiar bienes que eran productivos, encarcelar gente por posiciones políticas, acabar con los sistemas económicos, de salud, arruinar la principal industria del país como lo fue la petrolera, destruir en general lo que se conoce como el aparato productivo, pero además socavar el espíritu de los más humildes hasta arruinarlos moralmente, corromper a los trabajadores de todos los estratos quienes sometidos a sueldos miserables buscan todas las formas posibles para obtener el dinero sin contemplaciones, han despertado el sentimiento de impotencia, de este no es mi problema yo me voy y que resuelva otro, y han instalado en un pueblo que se excedía por alegre, la tristeza y la desesperanza. Toda esta lista y mucho más es nuestro gran tesoro en este momento como lo plantea la novela, porque creo que para una gran mayoría es una referencia de lo que no queremos. 

La palabra revolución también tiene distintas acepciones, se habla de que “representa un cambio violento y radical en las instituciones políticas de una sociedad” y de un “cambio brusco en el ámbito social, económico o moral de una sociedad.  Siendo así, esta novela de José Antonio Perrella nos llama a asumir nuestra propia revolución, urge cambiar, pero a su vez con la conciencia de lo gradual, de que hay que trabajar desde el fondo de nuestro espiritu, de nuestro conocimiento, de la capacidad de proponer las acciones necesarias, de transformar el país.

Joaquin Retegi personaje de la novela, hace referencia a todos estos pensamientos, resumidos en los siguientes parrafos:

….”demasiado dolor, sangre, alegrías, esperanza. El tiempo transcurrió. Había noticias nuevas, eventos, futuro y trabajo por delante…dos de mis primos regresaron al país, y dos o tres primos segundos también se instalaron otra vez aquí, ese sentimiento de reencuentro con las raices y con la gente nos ha reunido y como nunca siento por ellos afecto y cercanía. Mis padres prometieron venir a Venezuela con frecuencia. Yo sé que en uno de esos viajes decidirán quedarse, este país empieza a convertirse de manera determinante en ese terruño al cual todos los que mantuvieron  el hilo del afecto, del recuerdo, desean regresar. Hoy es una nación  más normal, se que pronto será mejor y en unos años empezará a ser ejemplo universal de resiliencia social, y alli mis padres, mis tios y mis primos volveran a verlo con orgullo”.

Esta es solo la posición de uno de los personajes, hay que leer “El nuevo hombre del pais por venir”, para descubrirnos en ella, para entender que los sueños no se hacen realidad, si no ayudamos a construirlos, que entendiendo de que si somos capaces de convertir esta novela en una realidad no será porque tenemos un autor que hace predicciones, si no porque somos capaces de asumir nuestra responsabilidad. 

José Antonio Perrella, es de esas personas que jamás ni en las peores circunstancias ha dejado su responsabilidad a un lado, por eso trabaja como lo hace, desarrolla una acción social a través de la Fundación Cuatropes, pero además escribe. El ha tenido la capacidad de encontrar los pro y los contras y de mirar hacia el futuro. A mi entender los dos libros de Perrella, responden a una de las mayores capacidades que no puede perderse en tiempos de guerra, la capacidad de análisis, la posibilidad de reconocer lo bueno o lo malo en los del otro bando, para a partir de ese reconocimiento construir el país que nos regala a través de sus páginas, ahora nos toca a nosotros hacerlo realidad.

En la construcción de la opinión pública no existen los milagros.

Inés Muñoz Aguirre

Los líderes sociales pero mucho más los políticos tienen que asumir que la política no se hace vías redes sociales o a través de las nuevas plataformas de comunicación que solo contribuyen a que se reúnan personas que comparten intereses comunes  y que tienen los recursos para mantener este tipo de comunicación.  Si se quiere romper el esquema del círculo restringido hay que salir a la calle, hablar con la gente, escucharlos, sentirlos cerca y que ellos les sientan cerca. En nuestro país hace muchos años que la gente tiene poco contacto directo con sus “dirigentes” o con los que aspiran convertirse en cabeza de diversos movimientos.  Son muy pocos los alcaldes que se apersonan a los lugares donde ocurren problemas, algunos porque saben que no serán bien recibidos, otros porque no tienen claro las atribuciones de su gestión.

Aquellos tiempos de candidatos que recorrían cuadra a cuadra caminando las ciudades y poblaciones del país, quedaron para la historia.  El primer canje de los espacios se produjo con los estudios de televisión y las cabinas de radio. El silencio frente a las necesidades se transformó también en ausencia. ¿Recuerdan cuando los gobernantes sobrevolaban regiones afectadas por lluvias o algún desastre natural? Recibían informes y con su presencia avalaban las ordenes que emitían tanto ellos como los especialistas.

En más de una oportunidad al hablar del protagonismo mediático escuché respuestas como que la falta de recursos les impedía salir a recorrer el país. ¿Recuerdan también aquel candidato que recorrió toda Venezuela en un Volkswagen destartalado  y que después se llenaba la boca hablando de su proeza?  Iniciativa que sin duda contribuyó a que ganara las elecciones con tanta diferencia frente a su contrincante.

Trabajar sobre las ideas requiere de una acción continua, insistente, una campaña en redes sociales de un mes no convence a nadie. Necesario es que en todos los ámbitos en que se proclaman cambios  se haga un alto y se reflexione sobre este tema.

Esta semana el Cardenal Baltazar Porras, quien ha trabajado de forma consecuente por la beatificación de José Gregorio Hernández, ha tomado las calles para llevar su mensaje de fe en nuestro beato, a toda la población.  Es obvio que cuando se produzca este acto previsto para el primer trimestre del 2021, se habrá recibido su mensaje en todos los estratos sociales, y se llenarán las calles (si nos deja la pandemia) para celebrar tal ocasión, porque aunque tengamos mucha fe, movilizar a la gente no es cuestión de milagros.  Cuando uno ve imágenes como estas no hay excusa que valga.


PAIS EN MAYUSCULAS

Inés Muñoz Aguirre

Lo único que le faltó a la cuarta edición de Pasión País,  fue la foto grupal que acostumbramos a hacer cada año, donde se paran sobre el escenario todos los líderes que han hablado durante el encuentro,  pero le sobró amor por el país, compromiso, pasión por lo que cada uno hace, visión de futuro, esperanza, solidaridad, resiliencia, espíritu crítico, solidaridad y sobre todo emoción. Una emoción que rompió las barreras que nos impone transmitir a través de una cámara y de tener la única posibilidad de vernos y escucharnos a través de una pantalla.  Voces quebradas, lágrimas, sonrisas cómplices, alegría, sorpresas, en la voz, los gestos, las miradas, de todas las personas que en Venezuela y distintas ciudades del mundo se conectaron en distintos días y que alimentaron la emoción a través de sus comentarios y opiniones en el chat. Participación que también contribuyó a romper la distancia entre el público y el expositor.

Es obvio que en los cuarenta y un expositores y en el público asistente se puso en evidencia como lo hemos hecho cada año, el lado bueno de la Venezuela que está trabajando cada día por salir adelante, con el compromiso firme de devolverle al país todo cuanto se recibió de él. Dispuesto a trabajar aun más por la necesaria reconstrucción. Venezuela no es un puñado de hombres y mujeres que no aportan, que se entregan o que se empeñan en destruirla, que la critican, o que se expresan de ella olvidando el gentilicio que les acompañará toda la vida.  La verdadera Venezuela es toda esta gente que vence los obstáculos, que le da la vuelta a las adversidades y las convierte en acciones positivas.

Pasión País no significa ignorar las terribles circunstancias en las que habitamos, pero sí significa procesar que los que entienden que los retos que nos han tocado vivir cargados de obstáculos que vencer, son el llamado para que trabajemos en convertir cada opción negativa a una acción en positivo. Estos son los momentos que nos conducen además a tejer redes, en las que puedan confluir cada una de las personas  que tienen algo que aportar.

El efecto multiplicador de esta semana vivida a través de Pasión  País nos confirmó que todos los que participamos en este encuentro llevamos con nosotros una carga de energía positiva que increíblemente nos permitió escuchar a los líderes participantes desde Zulia, Mérida, Carabobo, Yaracuy y Nueva Esparta, sin que a ninguno se le interrumpiera la conexión durante las dos horas que duraba el evento, cada día.  ¿Será una señal?  Seguir el camino con cada una de nuestras acciones fundamentadas es que cada una de ellas representa el aporte para la construcción del país ideal debe convertirse en el propósito para seguir adelante. 

 El ultimo día nos permitió escuchar las propuestas que pueden encaminar nuestro país desde distintos sectores. Los problemas los conocemos y los vivimos todos, la idea es sumar en la búsqueda de soluciones. Allí estuvieron diez líderes en sectores fundamentales quienes nos ofrecieron ideas concretas para aplicar y obtener respuestas positivas que se pueden reflejar en lo productivo y lo social.  Venezuela es un país que no se detiene ni en las peores circunstancias.


Entre el cuerpo y la mente

Por Inés Muñoz Aguirre

No son los poetas, ni las mujeres los más favorecidos con el Premio Nobel de Literatura.  Ese premio que a veces nos sorprende como cuando rompió los esquemas y decidió reconocer la carrera de un cantante. Un premio que se suspendió tras un escándalo sexual, pero que sin duda es un premio sólido porque ha sido entregado 113 veces.  No pueden ser los deslices lo que prevalezca, como tratan de tejer en las redes sociales los que disintiendo por disentir, creen que se han ganado el mundo.  Es un premio  que al momento de ser otorgado convierte a quien lo recibe en el protagonista del momento y en casos como el de Louise Gluck nos permite leer poesía en voz alta.

 “Una tenue luz despunta sobre la bien trazada pradera,

detrás de la cama. Él la coge en brazos.

Quiere decirle: Te quiero, nada puede dañarte

pero cree que es mentira, y al final le dice

estás muerta, nada puede dañarte,

lo cual se le antoja

un inicio más prometedor, más verdadero.

Versos como estos permiten que Louise Gluck reúna en un mismo espacio, la pintura de labios que no usa y la palabra en síntesis.  Un mismo espacio que no es otra cosa que el papel blanco sobre el que sangran sus heridas, la madre dominante, los desamores,  las soledades, las ausencias y sobre todo las pérdidas. De lo que dice se puede inferir que lo que fluye en apenas mes y medio que es el máximo tiempo que confiesa haberle dedicado a unos cuantos de sus libros, es el desahogo de un alma herida que buscó tanto la venganza en la escritura que terminó haciendo víctima a su propio cuerpo.

Los cuerpos sometidos a los vendavales emocionales, terminan por enfermar y su angustia que superaba con creces cualquier acoso escolar que recuerde, la condujo a la Anorexia, una enfermedad en la que el cuerpo se deshace en la pérdida del peso, tal fue su entrega al delirio corporal que incluso llegó a perder un año escolar.

En la historia del premio Louise Gluck llega de cuarta en una misma década, quizá el periodo en el que más se ha reconocido la literatura escrita por mujeres, en este caso para una profesora de inglés de la Universidad de Yale, pareciera que le da lo mismo la posición en que se encuentre. Ya eso la distingue, sencilla, sin poses, no respondió a la pregunta que le formulara un periodista sobre la experiencia vital y la escritura, porque le parecía muy temprano para pensar en ello.

 La respuesta honesta a las siete de la mañana dejó al desnudo a esta mujer de pelo plata nacida en Nueva York, y que hoy cuenta con 77 años.  Quizá no sea casualidad la conjunción de estos tres sietes, considerando que simbólicamente este numero representa: el intelecto, el pensamiento, el análisis psíquico, el idealismo y la sabiduría.  También de sabia es su respuesta ante el hecho de que lo que más le preocupa en la actualidad es perder a sus amigos y su estilo de vida. La cotidianidad.

Esta nieta de judíos húngaros emigrados a Estados Unidos, la que siempre supo que quería escribir, la que encuadernaba sus primeros libros con la minuciosidad que solo alcanza el que está en indagación permanente de su vida interior, inició el transito requerido para lo que es hoy, subió de uno en uno los escalones necesarios.  En ese transitar recibió el premio Pulitzer de poesía en 1993 con el libro El iris salvaje, el National Book Award en 2014 con el libro: Faithful and virtuous night y en 2016 recibió en su país de manos del presidente Obama: la Medalla Nacional de Humanidades, y además fue  galardonada en Estocolmo con el Premio Tranströmer.

Después de eso no había otro camino, compitió por este premio con Haruki Murakami, Margaret Atwood, Anne Carso, Annie Ernaux, Don De Lillo, Cormac McCarthy, Edna O, Brien, Marilynne Robinson y el español Javier Marías.

Ataviada de negro, con un chandal dirian los españoles, y mascarilla en el mismo tono, le toca esperar una premiación que se verá privada por primera vez desde 1944 de una ceremonia presencial de entrega de premios debido al Coronavirus.

Sus doce poemarios son el testimonio de su obra, entre ellos los que se han traducido al español: El iris salvaje, Ararat, Poesía selecta, Las siete edades, Averno y Vita Nova.  Su ensayo Pruebas y teorías  le permite confesar  que la experiencia fundamental de alguien que escribe es “la impotencia”.  Finalmente parece estar ejecutando desde su tranquilidad la venganza que siempre imaginó:  demostrar lo valioso de existir. Afuera  de su entorno escucha los aplausos que quiso siempre., buscándolos escribía, así lo ha confesado.  Entre tanto tiene claro el siguiente sueño que convertirá en realidad: podrá pagar la casa que quiere comprarse en Vermont.


¿Dónde está mi caña?

Por Inés Muñoz Aguirre.

Te voy a dar es sinónimo de promesa.  Si, te voy a dar un techo. Te voy a dar un crédito, te voy a dar un camión de bloques, te voy a dar el titulo de propiedad del terreno donde construiste el rancho.. Estas ideas bastantes sustanciosas  son de hace mucho tiempo atrás. En aquel entonces llegamos al extremo de que una noche un candidato presidencial durmió en un rancho de uno de los cerros de Caracas para demostrar su afinidad con la gente del lugar, mientras un buen porcentaje de la población ( Existía la clase media) miraba con horror y desasosiego tal demostración de unas técnicas erradas de mercadeo y propaganda. En esos errores se comenzó a consolidar la equivocación de como relacionarse con los más necesitados.

Cuando das, el que recibe siempre quiere más y las promesas tomaron otra dimensión: Seremos todos iguales, no tendremos niños de la calle, los viejitos no pasarán necesidades, y fue muchísima la gente que corrió tras la fantasía, la frase bonita, la idea de algo que en la imaginación se viste con los oropeles que le pone cada quien.  Eso hace que las ideas se convirtieran en más tentadoras, aderezadas además con el resentimiento que promueve la venganza.

De allí en adelante plantearse objetivos concretos se convirtió en un camino problemático incluso para quienes prometían, porque pasado un tiempo se entendió que los sueños son maravillosos porque estimulan la imaginación  pero no satisfacen el estómago. Vuelve el círculo natural a buscar lo concreto que se resumió en: cajas de comida, títulos universitarios express, apartamentos amueblados, carros chinos, y un largo etcétera.

Cuando recuerdo estos espacios de acción a los que hago referencia lo hago estrictamente desde el plano social. El elemento clave de esta reflexión la debemos centrar en aquel viejo proverbio chino: “Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”. El tema está en que cada integrante de la sociedad debe asumir con convicción tal planteamiento.  ¿Qué hace una persona con recibir una caja de alimentos, si al día siguiente tendrá hambre igual y quizá  no la vuelva a recibir?

Cuando una persona tiene objetivos  claros por los cuales vivir, no da cabida a las promesas de otros.  Define una nueva forma de actuar y de afrontar sus necesidades: la educación, prepararnos  para un oficio o profesión con las herramientas adecuadas, el trabajo con el compromiso de ser el mejor y la valoración de quiénes somos y de lo que merecemos.  Así se inicia el proceso por un cambio desde lo particular, ninguna otra idea debería ser más poderosa que el cumplimiento de los objetivos personales, porque además es la única forma de satisfacer el hambre.


¿Qué se hizo mi espíritu crítico?

Inés Muñoz Aguirre

Urge en nuestra sociedad el espíritu crítico. ¿De qué se trata este planteamiento?, se pueden preguntar algunos, sobre todo aquellos que sienten que intervienen, que hacen mucho y que colaboran con las transformaciones necesarias en el país, porque son fanáticos de las redes sociales.  Estemos claros, tenemos mucha gente dentro y fuera del país que tuitean durante todo el día, incluso mientras comen, ven televisión y mientras hacen el amor. El resto del tiempo mandan mensajes vía WhatsApp, replican todo lo malo que reciben y  cuando tienen oportunidad reprenden al que discrepa de sus ideas y lo llevan hasta el paredón digital.

Todo esto sin olvidar que existe un grupo fuera del país que ordena, crítica, se lamenta, añora El Ávila hasta más no poder y se encarga no solo de arruinar su propia experiencia de vida la cual no logra desatar de sus orígenes, si no que se empeña en recordarnos que en este país nada funciona mientras ellos tienen agua, luz, comida, se desplazan en transporte público, tienen vida social y trabajo, ¿cuál es el aporte que nos hacen? ¿Cuál es el estimulo a quienes los leen?

Tenemos otro tipo de promotores de los cambios necesarios, los que repiten hasta el cansancio las mismas teorías de años atrás y de lo exitosas que fueron en su momento, a esos no les importa para nada que hayan pasado cuarenta años y que nuestro actual entramado social no tenga nada que ver con los que vivimos el día de ayer, incluso porque ya tenemos unas cuantas generaciones que carecen de referencias en relación a lo que fuimos una vez.

La urgencia del espíritu crítico radica en la importancia que tiene en primera instancia, revisar si pertenecemos a alguna de estas categorías porque en cualquiera de ellas estamos anclados a la teoría y estamos contribuyendo muy poco al reconocimiento de lo que nos ocurre desde perspectivas que nos permitan ser ciudadanos activos trabajando por una mejor sociedad.

 Contribuir a los cambios necesarios en lo social,  es tan estratégico como el hacer política y hacer estrategia requiere de ese espíritu crítico por el que abogo al principio de estas líneas, porque sólo él trae  consigo la duda en todas nuestras acciones cotidianas. Tenemos que dudar para descubrir todas las posibles interpretaciones que se desprenden de nuestro comportamiento. Tenemos que ser valientes y enfrentar los diversos matices que ahora nos conforman. Convoquemos a todos los que nos rodean a reconocernos y a reconocerse, a entender que tipo de participación tenemos en nuestra sociedad. Convoquemos  a la necesidad de reconocer al otro, a ese con el que tenemos poco contacto. Reconocernos quizá sea el primer ejercicio práctico para hurgar  más allá de la superficie en lo que nos pasa como sociedad. Escarbemos hasta nuestros cimientos, ese es el inicio ante la ardua tarea de transformación que nos espera, los cambios sociales no se producen partiendo de la nada. 


De la ficción a la realidad solo hay un paso.

Inés Muñoz Aguirre

Como en tantas películas de catástrofes o pandemias que hemos visto en la que siempre hay un científico que advierte sobre lo que está por suceder, se cuenta que Li Wenliang un médico de Wuhan advirtió a sus compañeros de una misteriosa enfermedad respiratoria y nadie le escuchó. El cine, los libros y las noticias también nos han enseñado que en todo régimen comunista hay delatores, a veces hasta en tu misma casa.  Lo cierto es que la policía acusó a Wenliang de difundir rumores, él era oftalmólogo y trabajaba en el Hospital Central de Wuhan, quizá de allí mismo salió la información. En febrero, el joven médico padre de dos hijos enfermaba  con el virus sobre el que había advertido y murió el 7 de febrero.

El pasado martes 8 de septiembre, el gobierno Chino convocó a celebrar que su país venció el virus. Los actos llenos de banderas rojas y esas marchas de cientos de personas que recuerdan tanto a los ejércitos nazis comenzó con un minuto de silencio y exaltaron la figura de un médico mayor de 80 años a quien se le atribuye ser el rostro visible de todo lo que condujo a su país a vencer la enfermedad.  Los videos llenos de música y bailes se apoderaron de las redes sociales y de los noticieros de países que hoy sufren no solo la pérdida de miles de vidas, sino que están en plenos repuntes de la pandemia y con sus economías por el piso.

Por supuesto los espectadores de tal fiesta, no podían quedarse sin presenciar el consabido discurso político. El presidente hablaría del apoyo que han prestado a varios países en el mundo, ayudando según su explicación a salvar millones de vidas.  Rindió homenaje a los “héroes” mientras destacaba el importante rol del partido comunista en la derrota del virus.

Somos muchos los que hablamos del virus chino, porque no tenemos dudas de que salió de Wuhan, todas las primeras informaciones lo confirman. Han pasado meses en los que muchas familias del mundo entero han vivido la terrible experiencia de perder a un familiar en circunstancias dignas de un elaborado guión de película de ciencia-ficción, mientras todos vivimos en vilo.  La economía de cada persona del planeta se resintió y  la economía mundial está por el piso. En este acto en el que se ignoró la existencia de  Wenliang  y el argumento de que si se hubieran tomado medidas a tiempo el virus no se habría expandido, los que tuvimos y los que tienen la suerte de vivir en libertad (lo cual te regala la posibilidad de desarrollar un espíritu crítico) tales festividades nos colocan frente a la visión de una sociedad que baila al son que le tocan.  Es cierto que hubo mucho muchas protestas iniciales, pero una mayoría se muestra feliz porque no tuvieron la oportunidad de vivir de otra manera. Nunca tan claro como en esta festividad la  sociedad que  nos mostró Aldos Huxley con sus betas, gamas y epsilones, ya no clases sociales, si no castas en las que igual existen los privilegios dependiendo de a cual de ellas pertenezcas. Entre tanto el virus sigue como nunca su paseo por el mundo y ese no establece diferencias, no reconoce fuegos artificiales, discursos, ni de luchas por el poder.


Acción: reacción combinación de peligro

Inés Muñoz Aguirre

Somos una sociedad reactiva, nos exaltamos con facilidad, hablamos alto, gesticulamos y los hombres se dan fuertes palmadas en la espalda cuando se saludan. Diría Enrique León, aquel afamado director de la Sociedad Dramática de Maracaibo que tales características tienen que ver con la luz brillante del sol, el colorido que nos acompaña, el sonido del mar. Lo cierto  es que cuando esa reactividad se traslada hacia áreas  muy importante de la vida pública, aunado a que también somos una sociedad que no entiende de estrategias, por la misma condición de impulsividad que vengo señalando,  la vida diaria toma el matiz oscuro de los últimos años, del cual como sociedad todos somos responsables.

Un reciente comunicado de la Conferencia Episcopal Venezolana, ha hecho saltar chispas en las redes sociales, que lamentablemente es el medio de comunicación más grande que tenemos en nuestro país.  Puede, como de hecho lo es que el orden en la estructura del comunicado no sea el más correcto (falta de estrategia) pero es claro su planteamiento: después de la peor crisis que ha vivido el país, el único ejercicio válido de la ciudadanía que es el de votar, se pone en duda porque se carece de garantías para ejercer tal derecho, ahora bien, si no hay respuesta que garantice tal ejercicio, ¿cuáles son las opciones?

Se disparó el termómetro de quienes desde sus distintas instancias resolvieron ante tal reflexión y llamado, darle a la iglesia por todos los costados, partiendo de suposiciones y no de un análisis a conciencia del texto. Esta situación en la que una buena parte de la sociedad a expensas siempre de quien les diga que pensar, hacer o sentir, recibe por parte de un grupo que responde de inmediato a lo reactivo o de otros que creen en el dicho aquel de que “quien pica adelante, pica primero”, en la búsqueda de protagonismo, le caen encima a una institución (de las muy pocas que quedan en pie) que trabaja sin parar no solo por adaptarse a los nuevos tiempos en la comunicación, si no que no ha parado de socorrer a los más necesitados  no solo a través de la eucaristía adaptada a los nuevos tiempos sino con alimento, atención personal y organización  como lo ha venido haciendo durante todo este tiempo.  Este tipo de reacciones críticas, de analistas por doquier, me recuerda tanto aquel tiempo de los llamados “notables”, quienes sin medir lo que hacían a diario a través de sus opiniones, convertidas en teorías vía los medios de comunicación nos condujeron a un despeñadero que acabó no solo con las instituciones, sino con el país.  Con unos treinta años a cuestas tenemos claro (eso creo) hacia donde nos condujo tal experiencia. ¿No aprendimos de ella? Es de suponer que los aportes al país e incluso a aquellas instituciones u organizaciones que desde nuestras teorías consideramos que deberían actuar de otra manera, deberían hacerse desde otras instancias y no sembrando dudas en la comunidad, que se mueve cada día como un barco a la deriva.


Reconocernos para cambiar

Inés Muñoz Aguirre

No es fácil salir adelante con cualquier proyecto en Venezuela, no solo por la terrible situación política en que nos ha tocado vivir, si no porque tenemos una forma particular de ver la vida. Creemos que el éxito se gana fácil. De un día para otro el triunfo o el nombre de las personas se circunscribe a que si tienes amistades “importantes” que resalten lo que haces, el aplauso se pondrá en marcha. Solo así es posible. Son pocos los respaldos espontáneos, porque ello implica el reconocimiento el otro y vivimos en un país de protagonistas.

Por otra parte tienes que saltar la barrera emocional que se ha impuesto en los últimos años, en medio de una depresión generalizada, el trabajo que realizas para un sector de la sociedad tiene que ver con que tu eres optimista, difícil reconocer que no es por eso, si no porque es necesario salir adelante, sobre todo para los que elegimos quedarnos en el país.  Es difícil reconocerlo porque eso te exigiría la activación y participación.

Uno de nuestros tantos problemas radica en que encontrándonos en un estado muy cercano a la anarquía, cada uno de los que habitamos este maravilloso país hecho pedazos, creemos tener la razón, porque es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el nuestro. Siempre que me refiero a este aspecto razono que durante mucho tiempo se nos acostumbró a una relación con el Estado, en el que el mismo actuaba como el “padre”, figura alimentada en todos los estratos. El término ideal es que al padre le toca resolver. Tal concepto deformó el sentido de la responsabilidad. Durante mucho tiempo experimenté con los equipos de trabajo que al cometerse un error lo que encontrabas por respuesta era un profundo silencio. Eso no es otra actitud que la evasión de la responsabilidad, la cual se manifiesta en las acciones más sencillas de nuestra vida diaria como ciudadanos.

Hace pocos días en el  conjunto residencial donde vivo, una persona me asomaba la posibilidad de que yo cambiara mi horario de trabajo, si me molestaban que bajo mi ventana se dieran clases de yoga a su familia. Por supuesto solo podía tener una respuesta lógica y concreta: “señor, yo estoy dentro de mi casa y no molesto a nadie, ¿usted cree de verdad que soy yo quien debe cambiar mi forma de vida, si estoy en mi espacio privado? ”. Mantuve la calma y agradecí su llamada. Estoy segura que después de entender mi razonamiento y compararlo con el suyo que en principio se planteaba como que si se trataba de una competencia que había que ganar, contribuyó a buscar una solución.

Alrededor siempre habrá quienes vivan situaciones como esta y permanezcan callados. El silencio también es falta de responsabilidad. Toda sociedad para avanzar debe conocer, ejercitar y reclamar sobre la base de sus deberes y derechos, solo así se participa de cambios estructurales que contribuyan a mejorar. No es fácil cuando se ha perdido tanto como hemos perdido, pero no podemos esperar para revertir lo negativo y contribuir con ello a la construcción de la convivencia, la calidad de vida y la ciudadanía.

Pareciera que trato aquí varios temas distintos, pero no, en el reconocimiento del otro, divulgar lo positivo, contribuir al éxito de las buenas ideas y propuestas, desprendernos de lo negativo, reconocer nuestros errores, practicar e incentivar el sentido de la responsabilidad, respetar los derechos del otro, practicar y ejercer los deberes y derechos forman parte del crecimiento personal y ciudadano.


¿Quién se roba mi economía?

Inés Muñoz Aguirre

Cuando vas al mercado y tienes que pagar por un producto dos dólares más que la semana anterior, no sales del asombro. Cuando ganas en bolívares porque esa es tu moneda, ¿cómo es que hasta un amolador de cuchillos te cobra en dólares? ¿Cómo en un país donde la parálisis económica está a la orden del día nos hemos convertido en una de las sociedades donde el costo de la vida es de los más altos del mundo? ¿Cómo este pobre país tercermundista ha sido capaz de devaluar el dólar con la intensidad con qué lo hace?  Contrario por completo a los países más desarrollados en los que se gane mucho o poco, la gente puede hacer proyecciones a largo plazo de cómo será invertido su dinero en el futuro, para vivir dentro de las condiciones que puede y plantearse a través de sus cálculos  una acción a seguir si desea tener mayores ingresos.

En lo particular, no quiero que nadie me hable del gobierno para dar respuesta a mis preguntas, ni tampoco requiero escuchar argumentos políticos, no,  no lo quiero porque las respuestas en relación a ese tema las tenemos claras. Lo que me gustaría como ciudadana ignorante es escuchar a un economista confiable, profesional, actualizado en la información que diera informaciones que sirvieran para prepararnos en temas que nos son tan complicados  por la falta de conocimientos. Alguien que nos brindara luces sobre lo que nadie se digna a explicar.  Un profesional capaz de poner en lenguaje sencillo y manejable por todos las explicaciones para tantos dilemas.

¿Para qué? Se preguntarán algunos y yo me atrevo a decir, que es tan sencillo como empezar a luchar en contra de una sociedad ignorante. Si poseo conocimientos, no solo en este tema, en cualquier otro, nadie me puede engañar. Con conocimiento no le creo a quien se descarga evadiendo responsabilidades y culpando a los demás. Con conocimiento soy capaz de reconocer quien está haciéndolo mal, con conocimiento nadie me puede estafar, con conocimiento soy capaz de contribuir a que otros entiendan.

Las sociedades que han logrado superar escollos muy fuertes, que han representado fracturas a lo largo de su historia, solo han logrado hacerlo cuando son capaces de reunir a gente informada,  preparada, profesionales de valía que se dirigen a ciudadanos capaces de discernir sobre lo que se les está diciendo y que con ello se vuelven capaces de ubicar cada cosa en su lugar. Me urge, como sé que le urge a unos cuantos tener respuestas para temas que son claves. Respuestas que nos ayuden a orientar cualquier visión de cambio y de progreso económico en el país  ¿Qué esperamos para dedicarnos a compartir lo que sabemos con los demás?


Violencia contra la mujer vs. coronavirus

Inés Muñoz Aguirre.

Hay temas que se pasan por alto en una situación como la que estamos viviendo de confinamiento, pero que están allí. Quizá si tomaran un poco más de protagonismo surgiría la orientación necesaria para contribuir si no a su solución, a la posibilidad de ofrecer algún tipo de orientación a quienes los protagonizan. La convivencia de muchas parejas se convierte en un tema álgido de estos tiempos en los que el Covid-19 pareciera ser el tema que nos interesa a todos, sin embargo usaré una frase que es un lugar común: el mundo no se detiene.

Son muchos los hogares en los que se han caído las caretas de familias felices y bien avenidas. La convivencia de veinticuatro horas por veinticuatro, los siete días de la semana durante meses que se hacen cada vez más largos, hacen mella y acrecientan las diferencias. Una de esas situaciones que puede adquirir matices de tragedia son las de las mujeres a quienes les ha tocado asumir el confinamiento frente a un maltratador.  Numerosos organismos internacionales y locales en diversos países han querido prevenir  y poner en alerta a la población frente a una situación que tiende a agravarse en unas condiciones excepcionales como éstas que nos ha tocado vivir.  ONU Mujeres lanzó una alerta al mundo desde comienzos de abril ante lo cual diversas organizaciones reaccionaron generando sistemas y campañas que permitan ofrecer ayuda aun en medio de la situación.

En las islas Canarias, por ejemplo, si vas a una farmacia y pides una “mascarilla 19” estas alertando a quien te atiende. Esta frase indica que necesitas ayuda. España en general reforzó la atención a través de su número de emergencia el 016, acompañada de la publicación de una guía con recomendaciones. Así como están a la disposición los números de emergencia de la policía y la guardia civil.

En Latinoamérica, México es uno de los países en los que esta situación es muy grave. El  número 911 fue promovido por Inmujeres Mexico  indicando que si el Coronavirus es un problema mundial, la violencia contra las mujeres también lo es. Un recorrido por algunos de los países de nuestro continente nos permite recoger información para contribuir a visibilizarla porque en circunstancias  como estas que nos tocan vivir se deben tejer redes en función de no descuidar todas las manifestaciones de la vida diaria, que no solo siguen allí, sino que tienden a agravarse víctimas del descuido.

En nuestro país, Venezuela, una vez más las redes sociales han servido de apoyo para difundir información. Son diversas las Organizaciones No Gubernamentales que se han preocupado por atender el tema, entre ellas: Onu Mujeres, Red Naranja, En tinta violeta, Min Mujer lanzó una campaña invitando a llamar al 911, La empresa Movilnet invita a hacerlo a su línea de emergencia (*112) y el Centro de Estudios de la Mujer de la UCV invita a escribir a su correo. cemucv92@gmail.com Siempre serán pocos los recursos que se disponen para dar respuesta, pero está claro el compromiso de algunas de estas organizaciones quienes incluso han establecido horarios de voluntarias que a través de sus números telefonicos brindan orientación y apoyo a quien lo solicite.

La línea Púrpura de Colombia (01 8000 112 137) está atendiendo 24 horas los siete días de la semana. En Uruguay cuentan con un número (0800-4141) el cual responde a un horario de atención y fuera de ese horario atienden a través del 911. En Perú el llamado del Ministerio de la mujer está dirigido a toda la familia, lo cual es muy importante porque en muchos casos los hijos presencian el maltrato sin saber que hacer.  El Ministerio de las mujeres de Argentina ha hecho incluso un llamado a través de sus redes sociales a los vecinos a que se sumen a las denuncias cuando escuchan una evidencia de situación de maltrato. (Linea 114). En Chile se refuerzan las medidas en los centros de acogida y ha extendido el turno de su línea de emergencia el 1455.

            Todo lo que se silencia tras el torrente de voz que posee el Coronavirus en los medios de comunicación debe retomarse. Urge contribuir desde el lugar donde estemos a que nos mantengamos activos y a reforzar la guardia frente a diversos problemas que nos aquejan. Amigos, vecinos, familiares de una mujer en situación de riesgo se pueden convertir en la voz de quien calla en la mayoría de los casos, dominadas por el miedo.


Urge la sanidad.

Inés Muñoz Aguirre

Nos ocurren muchas cosas negativas.  Todo a nuestro alrededor se desmorona.  Hacer una lista de lo que nos sucede como sociedad sería algo interminable. Cada día ocurre algo peor y sabemos que todavía podemos llegar más abajo.  Sin embargo en lo particular hay un tema que para mí es el más grave de todos: hemos sido vencidos emocionalmente. Entiendo que cualquiera de los que lee este texto en este momento podría preguntarme ¿y cómo no? Y yo me contesto a mi misma que a veces subo y bajo por un tobogán: pues no, porque si me entrego emocionalmente estoy perdida.

Tenemos que sobreponernos para asumir la urgente necesidad de reconocernos, con virtudes, defectos, fallas, aciertos y diferencias. No podemos siempre endilgarnos la razón y negársela al otro, o lo contrario.  Tenemos que aprender a escuchar y a partir de allí razonar y ser capaces de dejar a un lado las posiciones  cerradas. Tenemos que aprender a decir sin creer que tenemos siempre la razón. Es urgente buscar la sanidad de nuestras emociones.  Si nos encerramos y creemos que solo nosotros tenemos la razón sin reconocer al otro quiere decir que nos enfrentamos a cierta enfermedad. Creo y eso lo pueden indicar los profesionales de la sicología o la psiquiatría que la mente al igual que lo hace el cuerpo, envía señales cuando algo no está bien.  Tenemos mucho tiempo en el que nos comunicamos a través de la agresión, los insultos, la descalificación. ¿Se acuerdan que hace veinte años nos asombrábamos de los comentarios soeces, de las groserías en espacios que antes se respetaban, de la manifestación de ideas que señalaban fuertes resentimientos? Si somos capaces de recordar cuanto nos asombraba y nos hería, tenemos que evitar reproducir tales comportamientos.   Sobre todo porque hemos llegado a un punto en el que no hay espacio para la reflexión placentera, se ha atornillado en nosotros el mensaje negativo hasta introducirlo en nuestros tuétanos.

El hambre y la miseria ha derrotado a mucha gente. La ignorancia ha ganado la batalla, en cualquier país en el que los gobernantes hayan perdido la conexión real con lo que significa ser elegidos para cumplir la tarea de administradores se somete a la población a la miseria intelectual porque ello contribuye a que no puedas pensar.  ¿qué ocurre con los profesionales, los hombres y mujeres que defendían el cultivo de los valores, los que dirigieron grandes empresas o se destacaron como catedráticos, los que aun no han hecho maletas dejando el barco a la deriva?

Toda mi disertación se centra en que son ellos los verdaderos lideres y no otros los que tienen que comenzar a trabajar  por derrotar en cada venezolano el pensamiento negativo.  Si no lo hacemos, cada quien desde la instancia que le corresponde, no tendremos vuelta atrás en muchísimo tiempo. Es importante revisar nuestras actitudes, no las del otro, para poder conseguir respuestas a algunas preguntas: ¿Qué debemos hacer para recomponernos como sociedad desde una  perspectiva social? ¿Cómo empiezo a sanar sin pensar que hay otro que no soy yo, quien tiene la solución?


Pobre continente

Inés Muñoz Aguirre

No sé cual es la lección.  Algo tiene que quedar a los que detentan el poder de esta experiencia frente al Covid-19. Los trapitos sucios quedaron colgados en el tendedero público, mientras hay gobernantes que creen que por poner una mordaza se desconoce lo que son, lo que hacen, o lo que no hacen.

Los sanitarios de España que se han dejado el pellejo día y noche en los hospitales ganan al mes 900 euros, los aplausos recibidos cada noche a las 8, no sé si por efecto espontáneo de las comunidades o por una buena estrategia de comunicación terminó dándose la vuelta para que la verdad aflorara.

Latinoamérica más que quedar al desnudo ha corroborado sin temor a dudas que somos un continente retrasado socialmente. Sin esperanzas de progreso porque cualquier planteamiento que tendría que ver con propuesta cultural, intelectual y en consecuencia económico, es devorado por el enemigo más atroz de cualquier sociedad: el populismo.  La ignorancia y pobreza de todas las poblaciones del continente han saltado al tapete. Las imágenes dantescas donde no hay prevención, distanciamiento social o la mínima conciencia sobre el peligro se imponen. El hambre y la necesidad de ganarse el pan de cada día se vuelven protagonistas ante cualquier experimento de confinamiento y de guerra a una enfermedad. El hambre es arriesgada, no valiente. No hay nadie que la soporte y se busca desesperadamente la forma de aplacarla.

Entre tanto los sanitarios de Bélgica recibieron una visita de la Primer Ministro dándole la espalda en la medida en que la larga caravana de vehículos oficiales pasaba  por el medio de una gran fila de trabajadores de la salud, los que seguramente fueron puestos allí para que le aplaudieran y oh sorpresa, no actuaron como borregos. Demostraron su descontento.

Al final de esta historia nadie se salva, algo no funciona en los gobiernos del mundo pero en especial los de nuestro continente que tanto nos atañe. ¿Qué los suecos se distinguieron? Si, porque para correr riesgos o para apostar a algo distinto al común frente a esta pandemia tienes que apostar a un sistema sanitario capaz de responder a las más impredecibles demandas. Después de todo la interrogante es una sola ¿quiénes son culpables los gobernantes o las sociedades que los eligen, los secundan, los respaldan o los soportan en silencio? Entre tanto esta semana comienzan a multiplicarse en cifras alarmantes los contagiados en países como Brasil, Perú y Chile, de los demás no sabemos.


¿A quién respeto?

Inés Muñoz Aguirre

Hay quienes se quejan porque tienen la facultad de poder expresar sus emociones. Hay otros que preferimos guardar silencio quizá por miedo, por no quedarnos en lo negativo o porque preferimos aislarnos, pensar sobre lo que nos ocurre y buscar formas de expresarnos que nos permitan de alguna manera canalizar nuestras conclusiones. Todo es válido.

Lo que tenemos que revisar con urgencia como sociedad es la descalificación permanente del otro, de sus sentimientos y opiniones.   La falta de empatía con lo que expresan los demás, la poca consideración enunciada porque asumes que el otro no piensa como tu, lo único que hace en medio de esta terrible situación que nos toca vivir, es que quienes han proclamado en su discurso división, resentimiento y enjuiciamiento son los que triunfan al imponer su criterio.  Urge que cada uno de nosotros revisemos lo importante que es escuchar al otro, no importa si tenemos la misma opinión o no, por el contrario el desarrollo intelectual se basa en la capacidad que tengamos de analizar las diferencias, ser capaces de reflexionar a partir de ellas y jugarnos la posibilidad de cambiar de opinión, o de pedir disculpas cuando sea necesario. 

No podemos permitirnos que aquello que criticamos con energía, porque en principio no fueron los valores que nos pusieron en la maleta nuestros mayores, termine por imponerse convirtiéndonos en una sociedad frustrada además de todo por la intolerancia.

Y como de crecimiento intelectual se trata, que bueno sería que nos dispongamos a madurar como sociedad y a dejar de reconocer como “lideres”, a los que utilizan la agresión verbal para imponer sus “ideas”.  Iniciar una tarea de ignorar la vulgaridad en todos los que nos rodean, nos conducirá a buscar mejores formas de expresión desde nuestras comunidades para trazar el camino de gobernantes y opositores cónsonos con lo que merecemos.


No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy

Por: Inés Muñoz Aguirre

La llegada del COVID-19 nos agarró a todos por sorpresa. Cuando ocurre algo malo siempre pensamos “eso no me va a pasar a mí” y siempre nos equivocamos. Un buen día se habló de pandemia y al otro dieron la orden de confinamiento.  La historia posterior la sabemos todos. Ahora el mundo se prepara para el proceso a la inversa. En Europa y Estados Unidos se trabaja de forma coordinada entre gobernantes, instituciones, organizaciones profesionales, comunidades y empresa privada. Sacar a las poblaciones de su cuarentena implica los riesgos de una recaída y ningún gobierno serio quiere enfrentarse a ello. Impresiona ver todas las propuestas que están en marcha en función, del desplazamiento por calles y avenidas, transporte público, aulas de clase, restaurantes, normas y procesos en los hoteles, líneas áreas y hasta las playas que en España, por ejemplo,  ya poseen demarcaciones que serán estrictas para el uso en verano.  Urge tener claro el proceso porque el desplome económico ha sido inmenso y cuando esto ocurre todos salen perjudicados, desde los más pobres hasta los más ricos. Urge actuar porque el estado anímico de toda sociedad necesita estar “arriba” para superar las adversidades, incluyendo a los más golpeados por las perdidas de sus familiares.  No hay otra forma  de decirlo: los seres humanos se preparan para salir de una guerra.

En nuestra caso priva el desconcierto, la falta de información y la ignorancia  con la cual un sector de nuestra sociedad ha decidido arroparse. No sabemos de planes, alianzas de los distintos sectores, organización, planificación, ni medidas porque los dirigentes solo se ocupan de la diatriba política. Si quisiéramos armar una página de titulares de cómo se reincorporara cada sector a la vida del país, nos encontraríamos con una página en blanco.

A pesar de ello, un día, sea en mayo, en junio, en diciembre o el año que viene nos tocará incorporarnos a nuestras actividades. Aun en medio de la crisis que siempre nos acompaña y profundizada ahora por la pandemia,  le toca una vez más a la empresa privada, los colegios, universidades,  organizaciones sociales, espacios recreativos y culturales comenzar a trabajar con la urgencia del caso sobre sus nuevas normas de uso, acción y relación.  El liderazgo es nuestro como actores profesionales o sociales, no espere que otro le diga cómo hacerlo.


Chivo que se devuelve se desnuca.

Inés Muñoz Aguirre

El tema de la emigración es muy delicado de abordar, porque cada quien tiene su visión sobre dicha experiencia. Sin embargo viendo el regreso al país de más de 15 mil personas, según las cifras que reportan algunos medios digitales, no puedo impedirme recordar que cuando llegaron a Venezuela cientos de emigrantes entre los que destacaban italianos, españoles y una gran inmigración judía que huía de los horrores de la guerra, nuestro país era el que tenía más potencialidades en todo el continente. El petróleo comenzaba a crear los espejismos propios de tal descubrimiento, pero en su momento sectores como el de la construcción se erigían en prometedores. Desde el punto de vista simbólico relumbraban los brillos del oro, las esmeraldas, y las perlas que llenaron los bolsillos en la conquista y que seguía despertando en la vieja Europa la intriga y el reto por venirse a “hacer las Américas”.  Todo sin dejar pasar por alto que esos que llegaron aquí después de infernales travesías marítimas y con no mucho más que una maleta en la mano se disponían a picar piedra si era necesario. No tenían un momento de sesteo. Se entregaron al trabajo para acumular un primer dinero que luego invertían en diversos negocios, haciendo de sus sueños realidad. Un trabajo de 24 horas para traer o formar sus familias.  Esa generación y sus hijos son el ejemplo de la Venezuela productiva.

Con un país golpeado por las malas políticas económicas, gobiernos nefastos y desidia de una población que oscila entre el negocio turbio, el sueño del dinero fácil o la dependencia emocional y económica frente al populismo, la mayoría de los que hoy retornan caminando por la frontera, se marcharon por el mismo lugar sin entender que se dirigían a países con tantas precariedades como el nuestro, con altas tasas de desempleo, con insuficiencias en los servicios públicos como para recibir oleadas como las que tuvieron que enfrentar.  A eso habría que agregar que muchos salieron sin ningún tipo de plan de trabajo o sin prepararse para sumar en sectores deficientes de mano de obra. Nadie los alertó. Desde ninguna tribuna se les orientó. Las pocas voces que se alzaron alguna vez fue para criticar a los gobiernos que ante la avalancha de venezolanos ponían controles.  Se publicaban fotos de los que trabajaron como buhoneros pero incentivando la lástima. Ahora regresan peor de lo que se fueron y por si fuera poco en medio de una pandemia cuando todos los países tienen sus fronteras cerradas.  ¿Cuál será el futuro de esas familias en estado de mendicidad y con la probabilidad de ser portadores del Covid-19? Nuestra historia parece escrita por un guionista especializado en historias apocalípticas.


Educación para el recuerdo

Por: Inés Muñoz Aguirre.

Uno de los peores aspectos de esta cuarentena que nos ha tocado vivir es la de el proceso educativo interrumpido. Ya era deficiente nuestro proceso tanto en primaria como en bachillerato.  Ya hace mucho tiempo que en el interior del país los maestros no llegan a dar clases por falta de transporte, que los niños asistían en masa porque les daban el almuerzo, pero cuando la comida faltó dejaron de ir. La educación y el aprendizaje se ubicaban en último plano de interés. Ya se echaba en falta aquellos maestros que tuvimos la suerte de tener.  Aun conservo en algún lugar de mi biblioteca un texto escrito a máquina y quizá reproducido en esténcil de mi maestra de cuarto grado Erika Anelli, en el cual insistía que fuera cual fuera el oficio o profesión que eligieras, tenías que ser el mejor, porque de eso se trata el compromiso con tu vida. Compromiso que entonces se hacía extensivo a tu país. Nuestro país. 

El maestro era un líder, un ejemplo para el niño, para la familia,  para la comunidad. Crecimos en un país de oportunidades. En la educación pública se hablaba de zonificación, lo cual significaba que tu colegio o centro de formación debía estar cerca de tu casa, por un tema  de transporte, de comodidad para el estudiante, los padres y la organización comunitaria.  Los que estudiamos bajo el amparo de la educación privada teníamos profesores guías, tenías a quien admirar y respetar, podías elegir aun cuando tuvieras que responder a las pruebas de actitud vocacional a las que te sometía el Ministerio de Educación, en la búsqueda de que no perdieras el tiempo y el Estado no perdiera recursos.

De pronto todo cambió, el maestro tan respetado dejó de serlo para convertirse en uno más del montón.  Se acababa la meritocracia y con ello además de perderse el interés en la formación se perdía el interés por trabajar en una profesión mal pagada y nada reconocida.  Recuerdo cuando hace unos cuantos años atrás, en esos programas educativos que siempre hemos desarrollado como parte de los programas que llevamos adelante en comunicación estratégica, la directora de un colegio condicionó que el equipo de futbol de la unidad educativa que tenía tres años quedando en los primeros tres puestos de una copa financiada por la empresa privada, participara a cambio de una alfombra para su oficina. En ese momento asumí que todo había cambiado y que las inquietudes, destrezas y participación de aquellos niños ya no importaban.

Por si fuera poco ahora nuestros niños confinados carecen de referencias.  Cuántas personas se han detenido a pensar en como resarcir este daño, que en nuestro caso significa descender por un pozo sin fondo.  En el mundo entero  se han generado programas concretos para enfrentar la situación, al punto que hay quejas de padres que se ven sobrecargados al tener que enfrentarse al teletrabajo y a las tareas del sistema de educación a distancia. Si hay este tipo de quejas es porque hay programas con los cuales se debe cumplir.  Entre tanto, en nuestro país la educación pública invita a dar un paso adelante a través de la televisión. Un programa en el que escuchamos a una maestra asegurar que la Central Hidroeléctrica Guri surte de agua todo el país.  Es entonces cuando revisas el pasado y entiendes todo lo que hemos perdido, pero más duro es pensar en el futuro, porque un país sin educadores es un país que se sume cada día que pasa en la ignorancia. Una sociedad ignorante es una sociedad sometida.


La deshumanización en primera línea

Por: Inés Muñoz Aguirre

Siempre escribo sobre revisarnos como sociedad, porque más allá de lo que vivimos a diario a través de la fractura de los servicios públicos, o la decisión de algunos de colocarse en una acera, que los ubica en oposición a los de la acera del frente, hay características propias de una gravedad extrema que tiene que ver con la salud espiritual, por identificar de alguna manera aquellas reacciones, emociones y comportamientos que tienen que ver con nuestra forma de actuar.

He visto con horror desde el primer caso que se notificó como víctima del Covid-19 en nuestro país, como se propagaron descalificativos. Hay burlas, señalamientos, reclamos que asocian a personas que han viajado con la culpabilidad de haber traído el virus.  He visto a una hija tratar de defender la memoria de su padre a través del twitter, como respuesta a los insultos, desprecios y señalamientos de gente que no los conoce, pero también de los vecinos que los atacan. Todo nos hace construir en nuestra mente una escena medieval en la que se elevaban las antorchas para dejar en evidencia a los que víctimas de la peste se ocultaban,  ahora se enarbolan las palabras a través de las redes sociales.

¿Cómo es que llegamos a este punto, en el que viajar es una carta que guarda mucha gente bajo la manga, para colocarla sobre la mesa con el fin de darte una estocada final? ¿Cómo es que no se entiende que ya no es un virus importado, y que la importancia de la cuarentena tiene que ver con que a estas alturas de la propagación por el mundo el contagio ya es local?

Preocupa todo lo que estamos viviendo, pero cuando comparas que en Madrid una de las ciudades más afectadas, los vecinos reciben con aplausos al que regresa a su casa como sobreviviente y que nosotros, al parecer lo que hacemos es señalar y exponer física y emocionalmente a las víctimas, descubres la otra cara de una enfermedad que puede dar a cualquiera que se salte el confinamiento, que no guarde las debidas normas de aseo y el distanciamiento social tan necesario.

Pensar en la posibilidad de perseguidos y perseguidores es una realidad que nos asoma al terror de una sociedad descompuesta que ha ido dejando a un lado su humanidad. Mientras esto sucede hay quienes piensan que estamos viviendo una etapa de nuestras vidas que nos llevará a un cambio profundo desde lo individual y que nunca más volveremos a ser los mismos.  ¿será eso verdad?


¿El WhatsApp, amigo o enemigo?

Por: Inés Muñoz Aguirre

Estos días de aislamiento a los que hemos sido sometidos por un virus, que aun no se sabe con certeza de dónde salió pueden ser el motivo para revisar algunas actitudes, ideas y comportamientos y cuidado si no es la oportunidad de reconocer otros virus que llegaron a nuestras vidas y se quedaron consumiendo buena parte de nuestro tiempo.

Un tema que me apasiona porque tiene que ver con el trabajo que realizo como asesora de comunicación estratégica es el del manejo obsesivo de las redes, el cual se ha acentuado mucho estos días, así como también ocurre con otras formas de comunicación como el WhatsApp. Una herramienta que domina a mucha gente, le consume el tiempo, en muchos casos la felicidad  y la sana relación con el entorno. 

La información en general en estos días grises anímicamente es un caos. Creemos que por tener un teléfono en la mano nos hemos ganado el derecho a reenviar todo cuanto nos llega. No priva ningún criterio en el envío de la información y todo se desliza como un tobogán que nos conduce a un pozo sin fondo.

Se percibe con claridad ese ímpetu retador del ser humano por ser mejor que el otro. ¿En qué sentido? En que pareciera que quien más envíe y reenvíe, aunque no se haya contrastado lo que se manda, los llevará a ganar la carrera. La creación de grupos ha proliferado porque se originan como feudos de sus creadores, con lo cual si usted opina lo contrario al “líder” y sus fanáticos se estrellará contra un muro de rotundo silencio o más drásticamente  con una rotunda expulsión.

He visto a editores de medios digitales reenviar sin compasión alguna información que uno como comunicador sabe enseguida que son falsas. ¿dónde queda el “ojo” del profesional?, He visto los que se emocionan y me imagino la danza de su adrenalina al tratar de demostrar que enviaron primero la información. Esos que lo reenvían todo una y otra vez sin leer y sin ni siquiera ver que ya ha sido enviada. Ocurre una y hasta dos veces en un mismo chat. (Y hay los que superan esta modesta cantidad)

En conclusión, creo que la madurez, el filtro y la decencia frente a la información está en manos de cada uno de nosotros.  Hay que bajar la  interrelación con ellas, a conciencia. En mi caso solo veo lo que manejo por mi trabajo como asesora de comunicación estratégica y como editora del portal Pasión país, que es lo que me ocupa. Selecciono lo que leeré de tal bombardeo porque lo que sí es cierto es que hay que estar informado.  Bien informado. Sobre todo en estos tiempos de pandemia. Mi reflexión incluso va más allá de lo que parece a simple vista, no podemos obviar que es muy frágil la línea divisoria  entre la locura y la cordura. ¿Cómo si no tomamos conciencia de ello podemos salir sanos de esta experiencia?


Días de silencio

Inés Muñoz Aguirre.

“Tener miedo al silencio es el temor de escucharnos a nosotros mismos”, esa fue la respuesta que me dio mi hermano cuando le comenté lo que me desespera una amiga que nunca se calla, habla sobre los demás y en conclusión no escucha nunca lo que uno dice, porque como es obvio si no callas no puedes oír. Creo que llegó el momento en que después muchos años sin escucharnos, en los que hemos pasado por una suerte de guerras, de epidemias, de conflictos raciales, de la bomba atómica, de atentados atroces, de hombres que se asientan en el poder buscando una fuerza que no tienen, le toca el turno al silencio y su llamado se produce mostrándonos que a pesar de todos los avances científicos y tecnológicos que nos permite la inteligencia del ser humano,  basta con un solo acontecimiento, en este caso un virus, para que todo quede suspendido mostrando nuestra fragilidad.

Vivimos contra reloj, moviéndonos por impulsos, en muchos casos reactivos y emocionales, nos detenemos a la hora de dormir y estamos tan cansados que no somos capaces de experimentar un instante de introspección que nos permita buscarle respuestas certeras a lo que nos pasa. La ruptura con ese tan necesario proceso interno de indagar en nuestras emociones es lo que nos coloca en situaciones extremas en las que habitualmente no encontramos soluciones.  El ejemplo de mi amiga me sirve también para aplicarlo a nuestra sociedad, repetimos, no analizamos, olvidamos la humildad para imponer nuestras opiniones, no escuchamos a nuestro “liderazgo”, porque ese liderazgo tampoco nos escucha.

No puede ser casual que la vía de contención que se ha encontrado en todo el mundo sea la del aislamiento, ha disminuido en todo el planeta la contaminación sonora, han bajado el tono todos los políticos que vociferaban sus ideas y consignas. El cielo despejado nos habla del cierre de millones de industrias. Los peces regresando a los canales de Venecia anuncia la descontaminación de las aguas.

A todo esto le podemos sumar como un aspecto clave la introspección. Ella nos brinda también la oportunidad de que ese silencio en el que estamos sumidos nos conduzca a valorar nuestros aciertos y reconocer las equivocaciones como sociedad.  Ese reconocimiento debería traer consigo la enmienda de tantos errores cometidos en los últimos años para salir fortalecidos. El respeto es clave en un mundo donde se deben tener derechos y deberes. Donde las acciones deben ser en consonancia con los discursos.  Donde en definitiva el ejercicio ciudadano nos debe llevar a ser exigentes con los que hemos elegido para la administración de nuestros bienes, ya se trate de bienes naturales o los que surgen del pago de nuestros impuestos.  

Ojalá este silencio nos permita separar los derechos sociales del discurso político.  Ese es el camino más sano para avanzar hacia una mejor calidad de vida, hacia una sociedad en la que hablemos cada vez que nos corresponda y hagamos silencio para escuchar al otro cada vez que sea necesario.

No creo que una situación como esta que nos ha tocado vivir y que seguramente superará con creces cualquier experiencia social de las generaciones más recientes,  arrope al mundo con la fuerza con que lo hace, para que una vez que acabe, pasemos la página con la indiferencia de siempre.  Vamos a contribuir a que cuando se rompa el silencio nuestras voces sean más diáfanas, más comprometidas, más relacionadas a la acción, la estrategia, la verdad, el respeto y la solidaridad. ¿O creen ustedes que esta sordina es un evento más? 



No hemos aprendido nada.

Por: Inés Muñoz Aguirre

Hay experiencias que me horrorizan porque me enfrentan al país que no hemos dejado de ser y si eso es así significa también que no hemos aprendido nada.  Veinte años en la vida de una persona “normal” representa experiencia, decepciones, alegrías, asombro. Hablan de madurez, transformación y tantas emociones y sensaciones de esas que ayudan a forjar el carácter, que no pasan desapercibidas.  Sin embargo en nuestra sociedad hay señales que parecen indicar que cambiamos la forma pero no el fondo.

En estos días me tocó conversar con un electricista quien en cuestión de treinta minutos me habló de presupuestos para trabajos de electricidad que oscilan entre los seis mil y nueve mil dólares. Me habló de los que no aceptan casi en un acuerdo general billetes de un dólar. Recordó que le dio un dólar con cincuenta a un mesonero y este se lo devolvió porque consideró que su propina era un insulto. Me contó, no se si quejándose o presumiendo, que su esposa se gasta entre veinte y cincuenta dólares diarios en chucherías, pulseritas o collares.  Pienso que yo lo miraba a través de esa angustia que te produce el no saber quien está mal, si él o yo, de lo que si tengo certeza es de la cara de desprecio con que me miró cuando le afirme que yo necesitaba mi presupuesto en bolívares.

Incapaz de hacerme ni de hacerle a él un diagnostico sicológico porque lo que soy es periodista, lo único que puedo es pensar que en Europa cuando das un euro de propina casi te besan la mano, que en Estados Unidos la propina equivale al 10% de un buen servicio y si das menos te preguntan qué fue lo que no te gustó. Pensé en que el billete que más circula es el de uno, porque si pagas con uno de cincuenta te miran la cara y si pagas con uno de cien será pasado por el escáner. Veinte o cincuenta dólares representan el salario diario de un gran sector de la población. Finalmente los seis o nueve mil dólares pueden representar un año de sueldo o un año de alquiler.

En conclusión, tales comentarios del electricista en cuestión, me conducen a pensar que estamos peleando por convertirnos en el único país del mundo que devalúa el dólar, eso pudiera ser una señal de que tendemos a destruirlo todo.  También puede ser una señal de que la ganancia económica, el negocio “puro y duro” está por encima de cualquier reflexión.  Que el “Ta barato dame dos” de la época de mayor abundancia sigue presente, que no hay educación, regulaciones, ni reflexión posible que contribuya a un verdadero cambio.

Siempre me pregunto que pensarán de nosotros aquellos cuya vida cambió en medio de una guerra, los que por ser perseguidos y exterminados resurgieron de sus cenizas en personas que se convirtieron en grandes profesionales, investigadores insignes, por decir lo menos.  En los que emigraron de sus países con una maleta en la mano y dejaron todo atrás para convertirse en otras tierras en constructores, empresarios, agricultores.  Si no hemos aprendido nada nuestra situación como sociedad es mucho más grave que los que criticamos a “simple vista”.  Creo que la conclusión a la que puedo llegar ante este tipo de preocupaciones es que llegó la hora de comenzar a vernos nosotros mismos, porque al final el país es lo que habita en cada uno de nosotros.



El juego de la miseria

Por: Inés Muñoz Aguirre

Siempre existió una tendencia a proclamar y mostrar la imagen del empresario como un explotador. Un buen día se instaló la costumbre de que el trabajador antes de pasar su renuncia, iba al ministerio del Trabajo para asesorarse y evitar con ello que el dueño de la empresa, lo robara.  Esa actitud ya era un mal síntoma. 

Recuerdo una vez que asistí junto a un empleado a dicho ministerio, porque había recibido un cálculo que lo desfavorecía. Como yo no tenía dudas frente a lo que le tenía que pagar, le dije que yo lo acompañaría a solicitar la reformulación.  Nunca olvidaré el desprecio con el que fui tratada cuando llegué. El empleado del ministerio me dijo que no me podía atender, porque ellos no estaban allí para atender dueños. Me retiré golpeada emocionalmente, porque al parecer había hecho mucho mal en mi vida por tener mi propia empresa.

Durante muchos años se gestó  a sotto voce el resentimiento. La idea de que una parte de la sociedad no tiene porque hay otra parte que se la quitó también se había instalado.  Si los que dan trabajo son malos no hay muchas esperanzas para esa sociedad, mucho menos en un país globalizado.

De pronto empezaron a desaparecer los trabajadores, esos que antes eran también una pieza clave: plomeros, electricistas, albañiles, jardineros.  Al grito de “exprópiese”, la celebración se hacía evidente y la reacción inmediata era la del aprovechamiento, el despilfarro y finalmente la quiebra de empresas que habían sido muy productivas.

Desapareció también el personal doméstico, se multiplicaba el trabajo para la mujer profesional que llegaba a su casa después de ocho o diez horas de labor para resolver lo que antes resolvía un hombre o una mujer, que no gastaba su sueldo porque comía y dormía en la casa,  que recibía apoyo para sus hijos con alimentos, ropa, útiles escolares, que cuando se iban  contaban con prestaciones.

Nada de esto tiene una larga historia porque somos un país joven.  Después de todo muchos creyeron el discurso que se tejía a diario, desvalorizando la formación, la educación y el trabajo.  Se iniciaba tal como que si se tratara de un reality show el juego de la miseria. Hoy son muchos los protagonistas que apuestan a que más vale el trabajo independiente, prefieren no tener prestaciones, vacaciones, no tener capacidad de ahorro, ser trasladados como el ganado en camiones, pertenecer a grupos despersonalizados en los que hay alguien que barre el metro cuadrado que ya otro barrió. Los que en otro momento fueron empleados de alguna casa, de alguna empresa, caminan harapientos por la ciudad, se redondean pidiendo en las esquinas, revisando basureros, cobrando a diario por el trabajo realizado sin que exista otra relación ni compromiso.

Las sociedades que protagonizan tales juegos, también protagonizan el retraso, la ignorancia, el conformismo.  Los problemas que tenemos no pueden seguir reducidos a la política. Ante tanta miseria ¿cuál será el camino de una sociedad en la que urge restablecer el reconocimiento a la empresa privada, a la clase media generadora de empleo, a la formación, al compromiso y a la especialización?



No más los “yo” para nuestra sociedad.

Por: Inés Muñoz Aguirre

No es fácil asistir a reuniones donde ves como se exhibe el “yo”, con tal desfachatez que la gente baja la voz al mínimo, pierde capacidad de movimiento y de intercambio y se postra a los pies del que ansioso demuestra un supuesto conocimiento sobre un tema en cuestión. sin posibilidades de recibir ni escuchar argumentos distintos a los que esboza convencido de que solo él tiene la razón.

El “yo” se ha hecho dueño y señor de la reunión, se regodea en lo que sabe y se lo restriega a los demás no con el gusto del intercambio, si no con las ganas locas del reconocimiento y el aplauso.

El yo”  parece tener vida propia, toma un matiz especial, da un brillo singular a la mirada, se apodera del cuerpo entero, que erguido se luce en el medio del salón. Llegado a este punto un sequito con sus “yo”, respectivos golpeados por los años, las malas experiencias, la crisis, la desesperanza escuchan como hipnotizados. Cuando ello ocurre comienzan los aplausos desmedidos, la ausencia de crítica. Llega el momento de quedarse prendido a la frase que conecta con lo que se quiere oír decir, no con lo que hay que decir.

Si alguno de los asistentes aun defiende la posibilidad de expresar sus ideas diferentes, será visto de reojo, alguno le dará un codazo a otro en señal de desaprobación y hasta serán capaces de preguntar quien eres y de exigir si es posible que muestres tu currículo. En estos grupos que han surgido en nuestra sociedad para discutir los problemas que nos agobian sigue imperando el que si no eres amigo de, podríamos decir en lenguaje coloquial que estas fregado, porque por más válida que se la información que tienes pasará desapercibida.

No puedes ni debes  contrariar al “yo”,  quien no se mostrará desconcertado ante cualquier palabra tuya, pero te clavará la mirada con la fuerza de dos dardos envenenados y buscará en sus bolsillos los argumentos suficientes para desvalorizar lo que dices y seguir triunfador  su camino en la búsqueda de la alabanza.

Esta historia se repite con frecuencia en distintas instancias. La mayoría de esos “yo”, te hablan que pronto superaremos nuestra crisis,  que el país se enrumbará de inmediato. Finalizará la reunión y muchos se irán satisfechos porque las citas de libros, autores, recuerdos históricos impresionan a la audiencia.  Tanto que a lo largo de la historia de la humanidad muchos supuestos lideres han logrado el fervor de sus seguidores, gracias a las citas de libros, y autores que tal ven nunca han leído.

Cualquier cambio en una sociedad pasa por superar conceptos caducos sobre liderazgo, información, capacidad de análisis y comunicación. En un mundo avasallado por la información, por una nueva forma de liderazgo construida a partir de las nuevas y veloces formas de comunicación, hay que revisar la incapacidad de quienes no se adaptan a ello, desde la construcción de un análisis profundo sobre lo que significa la ciudadanía, la gobernanza, la gestión  y la co-ciudad, no se deje engañar por las promesas de cualquier “yo”, también nosotros desde el papel que corresponde a cada quien en la sociedad, papel que pasa por elegir, votar, proponer, cambiar y crecer debemos asumir que  el mundo se mueve a una velocidad vertiginosa en la que permitir que los “yo” sigan avanzando  le resta a sus seguidores la posibilidad de crecer.



La resistencia al cambio

Inés Muñoz Aguirre

Hace muchos años mientras comía con un amigo extranjero en un restaurante de nuestra ciudad, él me hacia una observación que estoy segura que en el momento no entendí en toda su dimensión.  Hoy recuerdo su voz firme: “los venezolanos tienen un grave problema con la figura del padre, no dan paso a las nuevas generaciones y les encanta elegir de presidente a un viejito”.  Rafael Caldera había llegado a su segunda presidencia.

En primera instancia pensé que era lógica tal afirmación ante la figura del nuevo presidente y ante la imagen que vino a mi cabeza de un sociedad en la que la mayoría de los hogares estaban conformados por mujeres solas que hacían de padre y madre por distintas circunstancias, pero que al final daban siempre el mismo resultado: la ausencia del padre.

Ese comentario ponía sobre el tapete un tema recurrente en nuestro país, que iba mucho más allá que el hecho de referirse a que comenzaban a gobernarnos personas muy mayores. La resistencia al cambio por parte de algunos dirigentes puso a prueba a una sociedad joven que terminó por cansarse.  Llegó al punto en que decidió no seguir apoyándose en un bastón y se produjo  un cambio abrupto respaldado por altísimos porcentajes de participación.  Vividas las experiencias que nos han tocado como sociedad se produjo una fractura, un antes y un después, una desvalorización de muchos conceptos que nos identificaban como y que hoy nos entrega una desarticulación generalizada.

El tema visto muchos años después,  sin la presencia de mi amigo quien se fue del país y estando casi segura de que el lugar donde comíamos terminó por cerrar,   me preocupa mucho más que en aquel momento. No se si la desesperación hace que nuestra sociedad voltee la mirada hacia supuestos “lideres” que cuando hablan apelan a las experiencias sociales de hace cuarenta o cincuenta años atrás, manteniéndose aislados de los cambios que experimenta el entorno, en medio de una globalización de la que no podemos escapar.  No incorporan en su análisis los cambios rotundos que han arropado a la sociedad.  No ven sus propios errores porque es más fácil culpar al otro. No escuchan porque siempre tienen la razón. La desconexión con buena parte de sus oyentes nos muestra el desconocimiento del sentido estratégico.

 Muchas veces me pregunto, qué hemos aprendido. También me pregunto qué buscamos. Los bastones han desaparecido por diversas circunstancias, pero ahora más que nunca contamos con una sociedad que espera que llegue alguien a resolverle los problemas.  Ahora más que nunca entiendo la reflexión de mi amigo, solo que ya no nos importa la edad, con tal de que los lideres que volteamos a ver , nos ofrezcan todo lo que un padre debe resolver.

¿Dónde quedan nuestras exigencias y la posibilidad de que aun nos encontremos con personas, que crean en el viejo dicho de que no hay que dar el pez, si no que hay que enseñar a pescar? ¿Somos en realidad una sociedad de huérfanos o de niños abandonados? Mientras sigamos buscando un padre en el otro, es señal de que aun nos falta mucho por crecer. 


El primer paso para un cambio

Por: Inés Muñoz Aguirre

Una sociedad dividida en dos bandos generalmente es consecuencia de un proceso en el que  uno de los dos lados comienza a actuar en función de lograr dicha división.  El mensaje de estás conmigo o no estás, se impone y empieza a surtir su efecto, hasta que el otro lado comienza a enarbolar los mismos argumentos, creyéndose o asumiéndose desde la otra acera.  Al final los dos bandos son iguales, utilizan la discriminación, el insulto, la descalificación. Promueven la separación, la división. Siembran la desesperanza. Se empeñan en hacer creer a los demás que tienen la razón. Culpabilizan a terceros de sus errores y problemas. Si el culpable es del otro bando mucho mejor. 

Con el paso del tiempo se vuelven incapaces de poner en marcha acciones positivas, se lamentan, amenazan, utilizan la cuota de poder que manejan para reprimir al otro. Utilizan palabras soeces, se burlan y descalifican.  Terminan por no darse cuenta que culpan al otro de lo mismo que ellos practican.  Se aíslan y tiendo a pensar que uno de los aspectos más graves es cuando descubren que en el medio de los dos bandos hay una porción social que trabaja, desea y promueve seguir adelante, porque ambos grupos se empeñarán en destruirlos alegando que no les interesa el país. El descubrimiento los descoloca y proceden a descalificar.  Promueven la generación de sentimientos de culpa porque no han tomado partido por uno de los dos.

El radicalismo es una posición muy grave porque en la mayoría de los casos denota falta de cultura, de información, de educación.  A veces es producto de una de las emociones más detestables que puede experimentar el ser humano como es el resentimiento. Es el reflejo de quienes van por la vida con gríngolas que le impiden mirar alrededor.  En ocasiones puede ser manifestación de un ego tan encendido que su propietario puede estar convencido que siempre tiene la razón. Pero también puede ser característica  de quien es incapaz de manejar sus emociones y de experimentar una desconexión con la realidad, que les impide ver los diferentes matices.

No hay duda de que entre el blanco y el negro existe el gris, que entre una acera y otra, hay una calle o una avenida en la que la gente transita de un lado a otro.  No hay duda que entre dos montañas hay un valle, entonces es lógico plantearnos que en lugar de dos formas de pensar pueden haber tres o muchas más. 

Cuando dejas de estar en los extremos, desechas la queja, la depresión, te activas y terminas por dar valor a cada minuto de tu vida, a cada gesto, cada palabra.  Si te encuentras en un extremo, prueba a brindarte cierta flexibilidad como un primer paso a reencontrarte con lo más sano de tu espíritu. 


No al abandono

Inés Muñoz Aguirre

Caminas por el medio del museo y sientes que estás en el centro del mundo. Giras en la esquina de la galería para apreciar mejor la exposición en blanco y negro sobre la guerra civil española.  Ves las ciudades vueltas escombros, los rostros macilentos, la destrucción en la mirada que termina por resignarse. El gesto firme que ha llevado a pueblos devastados a resurgir de sus escombros para brillar de nuevo.  En otro espacio puedes ver las obras de Vincent van Gogh llevadas a lo audiovisual, llevadas a la interrelación libre con el espectador, tan independiente todo que te indican que te puedes acostar en el piso o bailar en el medio de la exposición. En el teatro puedes descubrir como Drácula también se vuelve contemporáneo. En la música te recreas al punto que casi flotas y al final de todas las experiencias que te visten con el ropaje de un mundo que avanza entiendes que de eso se trata, que aun en las peores circunstancias el truco está en no detenerse. Que las máximas expresiones artísticas tienen detrás de ellas una terrible historia, pero ni las más catastróficas circunstancias callaron las voces de sus creadores.

No en balde en medio de grandes crisis han surgido movimientos como el Dadaismo, o el Surrealismo. Los artistas son capaces de tomar los elementos que se deshacen en medio de las pugnas, de las pretensiones de saltos ideológicos, de los ascensos y descensos de los que luchan  por el poder y recomponer lo que sucede a través de su mirada y sus medios de expresión.  No en balde el teatro en diversas ocasiones se ha apoderado de los rincones más oscuros. Los pintores han sido capaces de transformar el más profundo dolor en la más bella expresión de las artes como ocurre con el Guernica de Picasso.  Los escritores han contado una y otra vez como la humanidad parece recrearse en repetir una y otra vez los mismos errores. La música ha transformado todas las voces en un coro sin fronteras. Si indagamos más descubriremos como sucede lo mismo con  la ciencia, la tecnología, la educación, el emprendimiento, por mencionar algunas áreas claves.

Quizá pensamos que afuera  del ámbito que hemos elegido para actuar nada  cambia. Seguirán las injusticias, el hambre, la guerra, la locura que genera el poder,  pero mientras más personas buscan la posibilidad de expresarse a través de lo que hacen, las sociedades se encaminan a construir los eslabones necesarios para tiempos mejores.  Lo que no es válido es poner el destino en manos de unos pocos que venden ideas incapaces de concretarlas. No puedes elegir a terceras personas para que decidan por ti, sin que tengas la posibilidad de celebrarle la buena decisión o sancionarle la mala.  No puedes escuchar los discursos que solo te ofrecen una visión negativa, vengan de quien vengan.

Lo cierto es que  cuando caminas  en medio del museo,  de la galería, te sientas en la butaca del teatro, o simplemente caminas por la acera observando los detalles de la calle  entiendes que cada día tienes el reto de darte una respuesta que te satisfaga y que te estimule a seguir adelante. El hombre resurge de sus cenizas de forma constante, porque el mundo habita en cada uno de nosotros. No te confundas  aunque te entregues a la queja y a la falta de acción el mundo sigue girando y quizá un día, te descubras solo consumiéndote en tu propio abandono


La nueva vida del pasquín

Por: Inés Muñoz Aguirre

Mi abuela me contaba numerosas historias de las cosas que ocurrían en su pueblo.  Desde pequeña yo pensaba en escribirlas y en poder compartirlas con los demás, sobre todo aquellas que me parecían increíbles o en algunos casos exageradas.  Una de ellas tenía que ver con como sin ningún remordimiento de conciencia se procedía a destruir la reputación de cualquier persona con la que no se estuviera de acuerdo.  Se escribía una frase en su contra,  fuerte, grotesca, que contribuyera al desprestigio y en multígrafo o a mano, es decir de uno en uno, se escribía o se imprimían lo que para la época se llamaban pasquines.

El pasquín jamás se distribuía a la luz del sol, se hacía como se hace todo lo que busca hacer daño, al amparo de las sombras.  Se metían por debajo de la puerta y al amanecer, casi como la pólvora se encendía el rumor, se murmuraba en las esquinas y corredores lo que después de todo, en cuestión de muy poco tiempo se convertía en la comidilla. Cuando yo le preguntaba qué originaba tal situación, ella me respondía que casi siempre tenía que ver con la política.  Para esta historia en particular tenía que ver con la guerra que existía entre Adecos y y los partidarios de URD. No importaba parentesco alguno si tenían que defender las ideas de sus dirigentes, hasta el extremo de que el prefecto (URD) mandaba a poner presa a su hija (AD) con bastante frecuencia.

Entonces pienso que hemos sido siempre los mismos, que la historias se repiten una y otra vez. Con el paso del tiempo solo cambian los instrumentos y aunque en la Venezuela de hoy  el desprestigio se ventila  durante las 24 horas del día, a plena luz del sol y sustituyendo los pasquines por las redes sociales, los motivos que nos movilizan no han cambiado.

La agresividad que hace de cada red un paredón de fusilamiento es mucho más incisiva porque es directa, sin el sonido del papel, sin el aroma de la tinta y el misterio que propiciaba compartir su contenido al amparo de la llama de una vela. La victima es expuesta para ser despellejada a palabra pura.  Se me hace contrario el sentimiento que propicia al avance tecnológico con la falta de progreso emocional en muchos casos.  Se me antoja síntoma de una fractura social de tal dimensión que nos pone al margen del avance. Y no es que en otros países en los que el tema político o de diferencias ideológicas no cuente también con su “rabo de paja”, lo que preocupa son las obsesiones. Tendríamos que revisar por qué nos complace derribar arboles y después hacer leña de ellos. Hacernos estas preguntas, nos permite un alto, la posibilidad de revisión y por supuesto la posibilidad de enmienda en los casos necesarios. Si hay respeto nadie merece un pasquín pero en el fondo estamos frente a una sociedad desesperada que lo que clama son rayos de luz, que le permitan avanzar sin creer que estamos todo el tiempo al borde de la hoguera. Cuando reconozcamos tal necesidad y nos empeñemos en dar respuestas certeras y accionar desde lo individual habremos salvado las distancias entre las historias de ayer y las de hoy.

Buscar para seguir.

Por:  Inés Muñoz Aguirre.

Cada mañana reviso mis bolsillos, busco en ellos lo perdido. El almanaque nos invade, le resta siempre al tiempo. El sonido de las aves que sobreviven a la ciudad se convierten en un coro de preguntas para acompañar mi búsqueda. Busco en el rostro de cada uno el Ávila que bordea la ciudad,  el mar Caribe,  los tepuyes, la nieve del pico Bolívar, la llanura y la arena del desierto de Coro. Busco en mis preguntas la fe de quienes invocan a la Virgen María, a la Chinita, a la Divina Pastora, a la Virgen del Valle. La fe de quienes piden un milagro al Dr. José Gregorio Hernández. La fe de los que ruegan al Cristo de Jose o al de la Grita. Busco a través de minúsculas ventanas a los amigos, con los que se puede hablar de todo, menos de política y religión, no por miedo si no por respeto. Busco el respeto que cada día se diluye y nos deja desnudos, desamarrados, olvidados de todo. Tan desconocidos.

Busco la buena conjugación de los verbos y la necesidad de la palabra, cierta, correcta, bien dicha.  Me quedo sorda ante los discursos altisonantes que rompen la armonía y me enfrentan a una melodía que me era desconocida. Busco los líderes que no me digan lo que tengo que hacer, sino que hagan.  Busco los hombres y mujeres que no necesiten ser adorados como dioses. Busco mi historia, la historia de todos, con aciertos y con errores, la que nos dio todo lo que hemos olvidado. Busco en los escombros las  viviendas del 23 de enero, El Valle, el Cafetal. Todo lo bueno que hizo el Banco Obrero. Los grandes hospitales: El Pérez de León, El Clínico, la maternidad Concepción Palacios, El Vargas o el Razetti. Los grandes liceos públicos: El Pedro Emilio Coll, el Urbaneja Achepol, el Gustavo Herrera. Busco la Universidad Central de Venezuela, los sistemas de becas internacionales. El Teresa Carreño, el Sistema de Orquestas,  los teatros municipales y nacionales.  Los hogares de cuidado diario, los grandes museos, las vías de comunicación que unieron el país de polo a polo. La industria petrolera, la agricultura y la ganadería. Busco la productividad que rendía frutos según el esfuerzo de cada uno.  La esperanza de propiedades y de un país para las nuevas generaciones.

Busco en cada uno la sonrisa, el gesto amable. Busco a los más de 30 millones de habitantes que se levantan cada día buscando también una razón  en sus bolsillos.

Te invito a buscar en tus recuerdos y añoranzas, conviértelas en tus motivaciones para seguir adelante. Busquemos la memoria porque sin pasado no hay futuro, a través de ella de lo que hemos tenido y de lo que tenemos podemos aprender a ser libres.  En nuestra búsqueda encontraremos algo a lo cual aferrarnos para seguir el camino.

EL TEATRO Y LA IDENTIDAD

Inés Muñoz Aguirre

Hoy cuando tuve la oportunidad de leer los proyectos seleccionados para el festival de teatro que se realiza en el Trasnocho, sufrí un deja Vu. Recordé de inmediato mi época en la dirección teatral. Aquel tiempo del Centro de directores para el Nuevo Teatro y de mi grupo Nueva Gente. Las obras de los proyectos seleccionados pertenecen al escocés David Harrower, el inglés Patrick Marber, el inglés Harold Pinter, la argentina Victoria Hladilo, el español Valle Inclán, el uruguayo Mario Benedetti, el francés Moliere y un único dramaturgo venezolano: Elio Palencia.

Siempre tengo presente la voz de Enrique León, fundador de la Sociedad Dramática de Maracaibo, quien me impactó cuando lo escuché decir en una clase, que el no entendía el empeño de los venezolanos en deslastrarnos de lo que nos pertenece, (el azul del cielo y el mar, la temperatura cálida, nuestros sonidos) para representar que tenemos frio frente a una chimenea. Aquella reflexión no quería decir que el no dirigiera montajes de autores como Büchner, Molière, o Alfred Jarry, pero constituyeron una minoría para dar paso a la dramaturgia venezolana.

Mi compromiso con la idea de que el teatro es uno de esos espacios que nos permite encontrarnos con quienes somos, con lo que hemos sido, incluso con la posibilidad de registrar un presente para delinear un futuro, me llevó a renunciar a mi puesto de directora/fundadora en el Centro de Directores para el Nuevo Teatro, defendiendo la dramaturgia de Marco Purroy. La sede de Nueva Gente sirvió de punto de encuentro para que Elio Palencia, Johnny Gavlovski,  Carlos Sánchez Torrealba, Aminta de Lara y yo, leyéramos nuestras obras. 

Ese compromiso que creo tan necesario en cada sector de nuestro país, sobre todo en estos tiempos en que urge reencontrarnos para superar el desatino cultural de los últimos años, me llevó nuevamente  en el 2015 a plantearme unas lecturas dramatizadas que se realizaron en el Ateneo de Caracas, con obras de María Gabriela Betancourt, Gerardo Blanco, Pedro Olarte, Alejandra Machado, Elio Palencia y yo. Este encuentro no solo nos permitió, la presentación de los textos editados por PublicArte, si no que siendo todos autores de distintas generaciones pudimos hablar del papel de la dramaturgia en nuestro país, moderados por Mónica Montañes y en el último Festival de Lectura que se realizaba en la Plaza Altamira logré que los dramaturgos tuviéramos un espacio para hablarle al público asistente a la feria. 

En conclusión esto es más que un sentimiento de repetición de situaciones, es otra reflexión con el único objetivo de revisar nuestros compromisos con el país, mientras hay un público que desea ver la representación de una obra de Moliere, los jóvenes que se acercan al teatro deberían  ser conquistados por el teatro de tantos autores valiosos que tenemos en el país, sobre todo con el deseo de crear lazos con nuestra sociedad y lo que somos. Mi mayor preocupación es entender que queremos un cambio pero en muchos casos seguimos siendo los mismos, sin que haya muestras de que hemos aprendido y de que estamos dispuestos a cambiar. 

2 comentarios en “la otra cara/pasión país

  1. Excelente y necesarias reflexiones en tiempos aciagos como los que vivimos, espero tener la dicha y el honor de participar en su taller. Gracias

  2. Inés, me encantaron tus cortos relatos. Son amenos y tocan temas importantes que deben contribuir a formar buenos ciudadanos. Muchas gracias por enviarlos, ya que me apena confesar que no los conocía. De ahora en adelante estaré pendiente. Abrazos

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