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Eduardo Marturet se reencuentra con Venezuela

El director venezolano que le ha dado categoría a la Sinfónica de Miami llegó a Caracas invitado por Amigos Sinfónicos, organización que apoya a la OSV, la más antigua del país.

Mayte Navarro

La sala Simón Bolívar del Centro de Acción Social para la Música estaba en silencio e iluminada, lo que permitía sumergirse en la obra del maestro Cruz Diez en toda su extensión. Me refiero a los asientos del recinto que, sin público, cobra su magnificencia.

El escenario esperaba por los músicos y al poco rato apareció el director Eduardo Marturet, cuya presencia emana serenidad y a la vez disciplina. Recorrió el escenario junto a su esposa Athina. Pareciera que examinan milimétricamente el espacio y calculan bien donde irá un solista muy especial, un limonero.

Eduardo Marturet no ha perdido la calidez del caraqueño y sigue conservando ese acento, propio de las familias tradicionales de la capital.

Su dinamismo pausado refleja experiencia y al iniciar la conversación con el maestro que le ha dado la vuelta al mundo con su batuta y al frente de orquestas de la categoría de la Sinfónica de Berlín, encontramos que la innovación no es producto de poses esnobistas, sino basada en sus años de estudios, trabajo e investigación. 

Si habláramos de las diferencias desde el punto de vista musical entre Eduardo Marturet del 2000 y el de 2023 ¿cuáles serían sus satisfacciones y logros en lo profesional?

EM.- Mi salida del país no fue forzosa, sino producto del desarrollo de mi carrera. En 2006 me contrató la Miami Symphony Orchestra, pero ya había comenzado una actividad muy grande con la Sinfónica de Berlín, con la que hicimos una gira por Latinoamérica, que incluyó el Teatro Teresa Carreño en Caracas. Esa actividad fue in crescendo. 

Athina protestaba porque vivíamos con una maleta, era un viaje tras otro. La oportunidad de tener un contrato con la MISO fue muy buena porque nos permitía descansar un poco, establecernos en un lugar. Ya teníamos casa en Miami y resultó perfecto.

Son 17 años con la Sinfónica de Miami y la llevamos a ser una orquesta de orden internacional. Pasó de una agrupación doméstica a ser la orquesta oficial de Miami, título que le otorgaron hace apenas un año. 

A lo que acota su esposa Athina Marturet: “Es un título para siempre”. Es un título a perpetuidad. Estamos muy felices de ese logro. 

Ahora en Caracas, vivimos un viaje inverso, con las cosas que añorábamos y que teníamos tiempo que no disfrutábamos. Mi ADN es totalmente venezolano y yo considero que también fue un sacrificio no poder estar en Venezuela, por eso ahora tratamos de disfrutar al máximo lo que estamos haciendo.

-¿Cuáles fueron los principales retos a los que se enfrentó cuando comenzó con la MISO?

EM-Convertirla en una orquesta profesional porque era una agrupación de la comunidad, algunos de los músicos eran aficionados, pero como llevaba el nombre de la ciudad yo les dije que eso eran palabras mayores y que si no nos movilizamos esto no tenía futuro. Me dieron carta blanca para que hiciera todo lo necesario para desarrollarla. Tardamos unos 10 años de los 17 que tengo al frente, para llegar allí. Ahora estamos muy bien y esto nos da felicidad.

-La Sinfónica de Miami ha crecido, para usted ¿cuál sería lo más sobresaliente de la orquesta desde el punto de vista musical?

EM-El contar con un repertorio muy variado. Yo insisto que una orquesta tiene que ser reflejo de su comunidad y lamentablemente siempre no es así. Hay orquestas que tocan como en una torre de marfil, lo que les da la gana y no se conectan con la comunidad. 

Miami es una comunidad tan variable, tan heterogénea que yo la llamo la ciudad más cercana de Estados Unidos. Su público es tan diferente que precisa de un repertorio muy variado y es lo que hemos hecho. Gracias a eso hemos tenido muchísimo éxito.

El sello característico de la Sinfónica de Miami es esa capacidad de contar con repertorios atípicos. Interpretamos desde Beethoven hasta Celia Cruz.

¿Qué ventaja representa para un director enfrentarse a una orquesta multicultural como la Sinfónica de Miami?

EM-En la orquesta hay 23 nacionalidades, pero no ha sido para mí ninguna dificultad porque en las grandes orquestas internacionales con las que he trabajado como la de Berlín, Ámsterdam, Roma o Milán, si bien tienen un contenido nacional importante, también tienen otro internacional; pero la Orquesta de Miami lo es más aún porque la ciudad es tan diversa que tenemos poco contenido propiamente americano. 45 % de los músicos son venezolanos, lo que resulta algo inusitado.

-De las orquestas internacionales que ha dirigido ¿hay alguna que le ha dejado una huella especial o que quisiera volver a dirigir? 

EM –Son varias, pero yo tengo una especial relación con la Sinfónica de Berlín, con ellos hice la gira del 2001 y unas 30 grabaciones. En 2024 la dirigiré nuevamente y haremos una gira por Israel. Puedo decir que es la orquesta con la que tengo más apego y me siento muy cómodo.

-Guarda un vínculo estrecho con la Sinfónica Venezuela. ¿Existen diferencias entre aquella orquesta y la que va a dirigir ahora?

EM– Tiene un componente grande de nuevos músicos que no conocía, 70% son nuevos. Otra característica es que proceden de El Sistema, por lo que tienen un alto nivel y me siento muy satisfecho por ello.

-Melodías Maestras es el título del primer concierto con obras de Shostakovich, Greig, Martucci, Wagner y Tchaikovsky. ¿Cuáles piezas seleccionaron?

EM -Hace un año me contactó Amigos Sinfónicos, una institución importante, que es la organizadora de estos conciertos y cuyos miembros son muy eficientes. Ha dado un gran respaldo a la Orquesta Sinfónica y ellos me propusieron que yo la dirigiera. Les comenté que un regreso después de 22 años ameritaba hacer obras emblemáticas. Seleccioné para abrir la Obertura Festiva de Shostakovich, que fue la primera obra que yo dirigí en 1985. Luego incluimos a Grieg porque el pianista Kristhyan Benítez va a hacer un espectáculo de esa obra; de hecho, la repito en noviembre en Miami con Kristhyan. 

Abro la segunda parte con Maestros Cantores, de Richard Wagner. Se la estamos dedicando a Eduardo Chibás, quien fue gran amigo mío y dirigió la Sinfónica siendo un aficionado, pero muy talentoso. 

(Eduardo Chibás fue músico, empresario e intelectual, que podría catalogarse como un hombre del Renacimiento). 

Seguimos con el Notturno de Giuseppe Martucci. Este compositor era familia de Vicente Martucci, quien junto a Vicente Emilio Sojo inauguró en Caracas la Orquesta Sinfónica Venezuela, hace 93 años y en ese primer reportorio se incluyó esa composición. 

Yo no he logrado saber el grado de familiaridad entre Martucci, uno de los fundadores de la OSV y el compositor, por ese motivo histórico se interpretará, además de ser una obra maravillosa. 

Cierro con la Obertura de Romeo y Julieta de Tchaikovsky, una obra que para mí es muy emotiva porque la relaciono con Venezuela y las tensiones por las que hemos pasado. La historia de Romeo y Julieta, harto conocida por todos, es muy triste porque nos presenta la mala comunicación, el enfrentamiento y la tristeza que produjo porque hubo un engaño, un desengaño y muerte. No puedo evitar asociarla a esos momentos que hemos vivido.

-El domingo el programa se titula Vibraciones en alta frecuencia, donde se incluyen obras suyas. ¿Qué tan altas son esas frecuencias? 

EM– El programa está basado en vibrar en alto y todas las obras que componen este concierto tienen que ver son eso. Abro con una obra mía, Canto llano, donde se oirán los cuencos tibetanos ejecutados por Rafael López como solista y tiene todo un componente místico.

Luego la orquesta interpretara Rosa de Jericó, donde Athina va a lograr que un limonero cante. Esta pieza se estrenó en 2022 en Miami. Es una obra que está conectada con el renacer.

-¿Qué rol toca la composición en Eduardo Marturet. Podría dedicarse exclusivamente a componer?

Yo me inicié como compositor y después me subí al podio para dirigir. Esa es una tradición clásica, los directores no aparecían de repente. En su gran mayoría, primero compusieron y luego dirigieron. Por supuesto, me refiero al siglo XIX. 

Después la profesión de dirección de orquesta apareció sola, aislada de la composición. Para dirigir tienes que conocer el interior de la música y como compositor eso te lo permite.

Marturet ha compuesto música para el cine, entre ellas la banda sonora de Oriana y de Manuela Sáenz.

-Innovaciones en el futuro

EM-Hay una innovación que ya está presente en el concierto del domingo que es la conexión de la música y la sanación, la música como una terapia, donde se mezcla lo médico y lo artístico porque es una música que contiene elementos curativos.

¿Dirigiría El Sistema?

EM- Sonríe. El primer concierto público de la orquesta Simón Bolívar lo dirigí yo y mi relación ha sido muy cercana con El Sistema, pero diría que hay dentro de El Sistema gente mejor capacitada, que respeto y quiero muchísimo. Estaré siempre muy vinculado a este programa. De hecho, tenemos un capítulo de El Sistema en Miami que ya cuenta con múltiples apoyos.

Eduardo Marturet no escucha música en sus ratos de ocio porque esta inunda su cerebro y vive dentro de él como una energía vital. A diferencia de Athina que oye todo tipo de música porque le gusta bailar, cantar y es parte de su terapia energética para su crecimiento espiritual. 

Marturet afirma que nunca compondrá con la ayuda de la Inteligencia Artificial. Si bien la tecnología ha hecho cosas positivas, hay que tener cuidado con ella, acota.

Y al hablar de energía, Marturet considera que en la Sala Simón Bolívar del Centro de Acción Social por la Música la hay y muy especial, además de destacar su excepcional acústica. Agrega: “la energía que emana la orquesta es muy especial”.

La eterna compañera

Athina Marturet, actriz y modelo ha acompañado al maestro, sin abandonar su propio camino. Está en Caracas y tendrá una participación muy especial en el segundo concierto que dirigirá el maestro. 

Le preguntamos, cuál será su participación

AM-La Rosa de Jericó es una composición de Santiago Bonora, venezolano, médico, científico y compositor. Durante la época del Covid, él y Eduardo trabajaron juntos para crear música que nos elevara a una frecuencia más alta. Más que música son sonidos. Nos hemos dado cuenta que la música transporta y ayuda a sentirte bien, puede, incluso, elevarte a una frecuencia más alta, lo que es muy importante para la salud porque las enfermedades se encuentran a una frecuencia más baja.

Si tú estás bien no te enfermas y durante el Covid trabajamos muchos con esos sonidos para siempre mantenernos bien.

Es una obra hermosa. Se trata de una flor, la rosa de Jericó, que vive 40 años en el desierto, sin agua, totalmente seca y si le caen algunas gotas de agua renace. Y ese es el principio de esta composición, que nos da la esperanza del renacer y eso lo llevamos todos adentro, porque podemos reinventarnos, resucitar.

Hay que verlo en escena. En la primera parte, yo saco una flor y la coloco en agua y se pueden observar sus cambios. 

Es una obra hermosa porque la música es sublime. Todos lo van a sentir. En Miami la gente se conectó de una manera increíble. La orquesta interpreta la composición y yo los acompaño con la planta que es un limonero y hago que cante.

-¿Y cómo lo logra? 

AM Es todo un proceso donde a través del Tai chi, imposición de manos, reiki, me conecto con esa vibración y me pongo a nivel de la energía de la planta y así puedo comunicarme y obtener sonidos de ella. Esto es el resultado del estudio de muchos meses.

-¿Y esto le ha motivado para continuar haciendo experimentos con el maestro Marturet?

AM -Nosotros somos muy espirituales y siempre estamos en la búsqueda. Nos gusta lo esotérico, la meditación, estudiar los cristales y aquello que nos ayuda a ser mejores personas para vibrar alto. Con Santiago Bonora, quien es venezolano y ahora vive en Miami, trabajamos desde hace unos 20 años.

Es una forma de disfrutar música y sonidos nuevos. Vamos a continuar produciendo estos programas originales y Eduardo siempre crea momentos con la orquesta donde yo puedo participar. Además, es una forma de combinar el arte con estas ideas.

Eduardo grabó un CD muy importante que se llama Zaha’s Place, escrito para la famosa arquitecta fallecida hace un par de años, Zaha Hadid, quien era muy amiga de Eduardo y que puede considerarse como un comienzo de ese estudio. También está Casa Bonita.

Athina Klioumi Marturet recuerda que en su carrera como actriz ha contado con la música de su esposo, pues él grabó unas composiciones para dos capítulos de la serie Reina del Sur.

También habló del proyecto que desarrollará en Venezuela con el productor Marcos Santana, quien fue presidente de Telemundo. Comenzarán en 2024 una coproducción española norteamericana.

Estos conciertos son posibles gracias a la asociación civil sin fines de lucro Amigos Sinfónicos, organización que promueve a la Orquesta Sinfónica de Venezuela a través de una serie de actividades destinadas a apoyar a la Orquesta y al movimiento sinfónico en las regiones.