la sazón de la historia


ÉMILE  ZOLA Y LAS LEONAS

Josu Iza

El pecado debe ser algo exquisito. Prefiero morir de pasión que de aburrimiento”. Émile Zola.

Émile Édouard Charles Antoine Zola, más conocido como Émile Zola nació en París, en 1840. Su familia, debido a problemas económicos, se trasladó a Aix-en-Provence y allí tuvo como compañero de colegio al pintor  Paul Cézanne, ​con quien mantendría una larga y fraternal amistad. Fue un gran novelista, reconocido como el fundador del Naturalismo, cuya filosofía plasmó en una enorme obra de 20 novelas. Su enfoque biológico en la descripción escrupulosa de la vida y de las personas comunes, se basó en la teoría contemporánea del determinismo hereditario, que utilizó para demostrar cómo los factores genéticos y ambientales influyen en el comportamiento humano.

No sólo fue conocido como escritor, también se destacó como activista político de final del S XIX, implicándose en el “Caso Dreyfus”, un militar francés de origen judío, acusado falsamente de espionaje. Zola participa en el debate, en vista de la campaña antisemita e interviene a favor de los judíos franceses. Escribe varios artículos donde figura la frase “La verdad está en camino y nadie la detendrá”. Finalmente publicó en un diario su famoso “Yo Acuso” lo que hizo que la causa contra Dreyfus diera un brusco giro. De la versión original del escrito extraemos la parte más importante a mi parecer: “Sólo un sentimiento me mueve, sólo deseo que la luz se haga, y lo imploro en nombre de la humanidad que ha sufrido tanto y tiene derecho a ser feliz. Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma. Que se atrevan a llevarme a los Tribunales. Así lo espero”.

Y así sucedió, se cumplió su deseo. La reacción del Gobierno fue inmediata. Un agitado proceso por difamación le condenó a un año de cárcel y a 7.500 francos de multa. Agobiado por la situación, Zola se exilió en Londres de donde regresó en 1899, adquiriendo una gran dimensión social y política.

Cultivó la amistad de personalidades como Édouard ManetCamille Pissarro y los hermanos Goncourt, se relacionó con Gustave Flaubert y Guy de Maupassant, que llegaron a ser habituales de las veladas de Médan, un lugar donde Zola tenía una casita de campo.  Para exponer el Naturalismo,  concibió el proyecto de Les Rougon-Macquart, que empezó en 1871 y concluyó en 1893. Su aspiración era realizar una novela «fisiológica», a la que intentaba aplicar algunas de las teorías de Taine sobre la influencia de la raza y el medio sobre el individuo y de Claude Bernard sobre la herencia. Y en el prefacio de la primera novela de la saga, dirá Zola que sigue, aunque solo en parte, el modelo de Honoré de Balzac en la Comedia humana. La obra consta de veinte novelas y se inicia con La fortuna de los Rougon en 1871: un retrato social que, siguiendo el esquema del naturalismo, tiene altas dosis de violencia y dramatismo y resultó a veces demasiado explícito en sus descripciones para el gusto de la época. Las novelas, sin embargo, fueron elaboradas con imaginación, pese a los datos que había buscado previamente.

Como el propósito de esta serie de artículos es poner de manifiesto la relación entre Historia y Gastronomía, nos interesa resaltar una de las obras de ese conjunto Les Rougon –  Marquart. En concreto la novena entrega, Nana. Por qué Nana?. Pues por la simple razón de que para la búsqueda de documentación para  la novela, Zola tuvo que acudir a un amigo que conocía bien el ambiente en el que quería ubicar a los protagonistas de su historia. Un año antes de que empezara a escribir  Nana, Zola no sabía nada sobre el  Teatro de Variedades   Pero alguno de sus amigos amantes de la noche y de la lujuria, le presentó a Ludovic Halévy, que le mostró la realidad que existe detrás del escenario. Halévy, que era libretista de operetas y conocía a la perfección el mundo del cabaret, le contó innumerables historias sobre la vida amorosa de la estrella, Anna Judic, cuya experiencia le sirvió a Zola  como modelo para las relaciones de una protagonista  de Nana.  Halévy, conocedor del mundo de la prostitución, también proporcionó información a Zola con historias sobre famosas cortesanas de París de esa época, destacando una de ellas llamada Anna Deslions, bellísima mujer que aportó el carácter de la figura principal de la novela. De ella se decía que era capaz de arruinar en una semana a un hombre y a su familia y  entre sus muchas excentricidades, era conocida por vestir de  un color diferente para cada uno de sus amantes.

Si ustedes se preguntan por la conexión entre Zola – no tan inclinado a los placeres y excesos de la vida como Balzac o Dumas – con el plato que vamos a presentar a continuación, les diré que esta conexión se debe como muchas cosas en la vida a la pura casualidad. Anna Deslions, fue la inspiración para que el famoso Chef Adolphe Dugleré, creara un platillo inmortal. Una noche, trabajando en el Café Anglais, Anna Deslions solicitó su presencia para sugerirles a ella y su coro de amigas – Las Leonas –  lo mejor del menú. Dugleré salió desganado a la sala para complacer el pedido pero quedó tan impresionado con la belleza de la pelirroja y  envuelto en una nube de seducción que acabó completamente rendido a sus encantos. Después que recobró el aliento, les ofreció en un arranque de inspiración el invento culinario dedicado a esa Afrodita con la cabellera en llamas y los labios de cereza pura: las “Pommes de terre Anna”, una exquisita torta de papas con una carga impresionante de sensualidad.

RECETA POMMES DE TERRE ANNA.

En honor a Anna Deslions y Las Leonas. Y en recuerdo de Émile Zola.

INGREDIENTES: 800 gramos de papas. 100 gramos de mantequilla. Sal.  Pimienta negra.                    
Pelar las papas y cortarlas en rodajas muy finas de 1 centímetro. Colocarlas en forma de flor montadas una sobre otra hasta cerrar bien la superficie de la cazuela, cubriendo cada capa con la mantequilla fundida.  Precalentar el horno a 300 Farenheit. Cuando el horno esté a temperatura, introducir el envase y hornear hasta que las papas estén tiernas y doradas en la superficie. OPCIONAL: Si se desea, cinco minutos antes de sacar del horno, espolvorear Queso Gruyere o similar y dejarlo hasta que quede crujiente.  Comer al momento.